En esta perspectiva es que Cajamarca tiende a construir aquellas condiciones que le permitan equipararse a nuestros socios fronterizos, como Lambayeque, Piura y La Libertad, los mismos que por su cercanía al Pacífico gozan de ventajas comparativas geoeconómicas, más, no geoestratégicas.
Por: Jesús Coronel Salirrosas
(Presidente Regional de Cajamarca)
Si bien, la etapa democrática y descentralizadora en la que nos encontramos ha mejorado nuestra performance económica; sin embargo, la potencial desaceleración económica mundial pone a prueba el diseño de nuestra institucionalidad, tanto económica y política. Los mapas de conflictos socio-ambientales muestran las diferencias de desarrollo territorial. Desde la potencial macrorregión norte se observan actitudes proactivas y propositivas, a pesar de las diferencias entre la sierra, costa y selva, producto de modelos de desarrollo que orientaron nuestros recursos hacia la faja costera.
En esta perspectiva es que Cajamarca tiende a construir aquellas condiciones que le permitan equipararse a nuestros socios fronterizos, como Lambayeque, Piura y La Libertad, los mismos que por su cercanía al Pacífico gozan de ventajas comparativas geoeconómicas, más, no geoestratégicas. Cajamarca es un buen ejemplo de cómo la estrategia de captar inversión extranjera ha dinamizado el mercado regional; sin embargo, también, grafica que no es suficiente el rol promotor del Estado, nuestras capacidades regulatorias y redistributivas están en proceso de desarrollo.
Necesitamos mejorar la comunicación e información intergubernamental, para que, efectivamente, la inversión privada nos permita reproducir experiencias como Irlanda, que en una década demostró que sí es posible dar saltos cualitativos en su desarrollo. Aún, el peso de la burocracia central no posibilita que las voluntades políticas superen conductas cortoplacistas. Incluso, la comunicación, a nivel de autoridades políticas electas, tampoco tiene la efectividad deseada, pues, se prioriza la atención a aquellas regiones que ponen en riesgo a la democracia y no a aquellas que vienen demostrando responsabilidad fiscal, claridad en el destino de sus inversiones y una incesante vocación por el diálogo.
Los déficit de infraestructura, educación y salud en Cajamarca son significativos por lo antes referido. Para competir, tanto regional, nacional e internacionalmente, necesitamos inversiones por un monto de alrededor de cinco mil millones de nuevos soles. La irregularidad del canon minero y la dispersión en su distribución exigen consenso para financiar nuestros diversos tipos de déficit. Somos una región que ha demostrado madurez financiera, al comprometerse, regional y localmente, a pagar con canon minero el endeudamiento externo de quinientos millones de nuevos soles, para reducir nuestro lacerante déficit de electrificación rural y mejorar el saneamiento urbano.
Al igual que un grupo de gobiernos regionales, estamos adecuando nuestras organizaciones regionales hacia una estructura promotora de inversión y no prestadora de servicios básicos, éste es un proceso que debe permitirnos gestionar programas y no proyectos. Asimismo, este proceso tampoco es comprendido, pues, el diseño organizacional que estamos trabajando entra en contradicción con el diseño propuesto por el actual Ministro de Economía que busca centralizar los recursos regionales en fondos nacionales y, a partir de allí, promover la eficiencia en la ejecución de las inversiones.
Éste es un esquema que tampoco garantiza superar lo burocrático de la docena de sistemas administrativos de la inversión pública, los mismos que conllevan desencuentros entre la sociedad civil, partidos políticos y autoridades, bastando, ya sea, la secular desatención de nuestro Estado o intereses ideológicos desfasados para mantener comportamientos, donde la prospectiva no es una virtud pública.
En suma, tenemos una visión de desarrollo regional que busca integrar a una Cajamarca desarticulada, físicamente, económicamente, administrativamente y políticamente, pero, para ello es necesario nuevos mecanismos de diálogo y concertación inspirados en una cultura democrática y descentralizada, y no en la reproducción de un esquema de diálogo basado sobre un rezago de violencia estructural producto de un centralismo que se resiste a perder los beneficios inherentes a éste.
(Presidente Regional de Cajamarca)
Si bien, la etapa democrática y descentralizadora en la que nos encontramos ha mejorado nuestra performance económica; sin embargo, la potencial desaceleración económica mundial pone a prueba el diseño de nuestra institucionalidad, tanto económica y política. Los mapas de conflictos socio-ambientales muestran las diferencias de desarrollo territorial. Desde la potencial macrorregión norte se observan actitudes proactivas y propositivas, a pesar de las diferencias entre la sierra, costa y selva, producto de modelos de desarrollo que orientaron nuestros recursos hacia la faja costera.
En esta perspectiva es que Cajamarca tiende a construir aquellas condiciones que le permitan equipararse a nuestros socios fronterizos, como Lambayeque, Piura y La Libertad, los mismos que por su cercanía al Pacífico gozan de ventajas comparativas geoeconómicas, más, no geoestratégicas. Cajamarca es un buen ejemplo de cómo la estrategia de captar inversión extranjera ha dinamizado el mercado regional; sin embargo, también, grafica que no es suficiente el rol promotor del Estado, nuestras capacidades regulatorias y redistributivas están en proceso de desarrollo.
Necesitamos mejorar la comunicación e información intergubernamental, para que, efectivamente, la inversión privada nos permita reproducir experiencias como Irlanda, que en una década demostró que sí es posible dar saltos cualitativos en su desarrollo. Aún, el peso de la burocracia central no posibilita que las voluntades políticas superen conductas cortoplacistas. Incluso, la comunicación, a nivel de autoridades políticas electas, tampoco tiene la efectividad deseada, pues, se prioriza la atención a aquellas regiones que ponen en riesgo a la democracia y no a aquellas que vienen demostrando responsabilidad fiscal, claridad en el destino de sus inversiones y una incesante vocación por el diálogo.
Los déficit de infraestructura, educación y salud en Cajamarca son significativos por lo antes referido. Para competir, tanto regional, nacional e internacionalmente, necesitamos inversiones por un monto de alrededor de cinco mil millones de nuevos soles. La irregularidad del canon minero y la dispersión en su distribución exigen consenso para financiar nuestros diversos tipos de déficit. Somos una región que ha demostrado madurez financiera, al comprometerse, regional y localmente, a pagar con canon minero el endeudamiento externo de quinientos millones de nuevos soles, para reducir nuestro lacerante déficit de electrificación rural y mejorar el saneamiento urbano.
Al igual que un grupo de gobiernos regionales, estamos adecuando nuestras organizaciones regionales hacia una estructura promotora de inversión y no prestadora de servicios básicos, éste es un proceso que debe permitirnos gestionar programas y no proyectos. Asimismo, este proceso tampoco es comprendido, pues, el diseño organizacional que estamos trabajando entra en contradicción con el diseño propuesto por el actual Ministro de Economía que busca centralizar los recursos regionales en fondos nacionales y, a partir de allí, promover la eficiencia en la ejecución de las inversiones.
Éste es un esquema que tampoco garantiza superar lo burocrático de la docena de sistemas administrativos de la inversión pública, los mismos que conllevan desencuentros entre la sociedad civil, partidos políticos y autoridades, bastando, ya sea, la secular desatención de nuestro Estado o intereses ideológicos desfasados para mantener comportamientos, donde la prospectiva no es una virtud pública.
En suma, tenemos una visión de desarrollo regional que busca integrar a una Cajamarca desarticulada, físicamente, económicamente, administrativamente y políticamente, pero, para ello es necesario nuevos mecanismos de diálogo y concertación inspirados en una cultura democrática y descentralizada, y no en la reproducción de un esquema de diálogo basado sobre un rezago de violencia estructural producto de un centralismo que se resiste a perder los beneficios inherentes a éste.
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