Son usuarios del proyecto Haku Wiñay de Foncodes, programa nacional del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social –Midis. Operan con el modelo de gestión Núcleo Ejecutor, creado por Foncodes hace 29 años, y se inspira y sustenta en estas dos prácticas andinas ancestrales.
El trabajo comunitario y la solidaridad son prácticas ancestrales que preservan las familias usuarias del proyecto Haku Wiñay/Noa Jayatai de Foncodes, programa nacional del Midis, y lo reeditan en el contexto actual en cada una de sus actividades desarrolladas en el campo en 1,825 centros poblados de 480 distritos, ubicados en 145 provincias de 23 departamentos país. Durante el desarrollo de tecnologías productivas y emprendimientos rurales inclusivos, las familias se organizan y trabajan en forma comunitaria, buscando el bien común y el progreso, como lo hacían las culturas ancestrales.
Las familias cultivan hortalizas, siembran tubérculos y granos en parcelas con riego tecnificado, preparan y usan abonos orgánicos (compost, biol y bocashi), crían técnicamente cuyes y gallinas en galpones, tienen sus viviendas ordenadas, consumen agua segura y hacen uso de cocinas mejoradas a leña, evitando la contaminación por humos al interior de las viviendas. Asimismo, las familias organizadas y asociadas conducen emprendimientos como crianza de cuyes, gallinas, cerdos y ovinos, producción de derivados lácteos (yogurt, queso y mantequilla), cultivo de flores, café y cacao.
También artesanías, carpintería, panadería o servicios gastronómicos y otros de libre elección. Estas familias residen en comunidades rurales de Amazonas, Apurímac, Ayacucho, Áncash, Arequipa, Cajamarca, Cusco, Huánuco, Huancavelica, Junín, Ica, Loreto, La Libertad, Lambayeque, Madre de Dios, Moquegua, Pasco, Puno, Piura, Tacna, Ucayali, San Martín y la sierra de Lima. Desde el año 2012, se ha invertido S/ 1,143 millones en el desarrollo de proyectos productivos y la puesta en marcha de sus propios negocios.
Asimismo, les ha permitido atender a 245,518 hogares, quienes fortalecen sus capacidades productivas y emprendimientos, contribuyendo así a la mejora de la seguridad alimentaria y a la diversificación de sus fuentes de ingresos que les permita tener un mejor nivel de vida. El Midis a través de Foncodes con el proyecto Haku Wiñay/Noa Jayatai interviene en las comunidades rurales de sierra y la selva, respetando las costumbres, interculturalidad y prácticas ancestrales como el ayni y la minka, contribuyendo así a preservar la organización social de las comunidades.
El proyecto Haku Wiñay/Noa Jayatai operan con el modelo de gestión Núcleo Ejecutor, creado por Foncodes hace 29 años, y se inspira y sustenta en dos prácticas andinas ancestrales: el ayni, es decir, la ayuda mutua o apoyo recíproco entre las familias; y la minka, el trabajo comunitario o cooperativo con fines sociales. Es decir, propicia la participación comunitaria. En este caso, el Núcleo Ejecutor representa a la población usuaria del proyecto, y se encarga de administrar los fondos transferidos por Foncodes para la compra de bienes (insumos, equipos) y para la contratación de servicios (profesionales y técnicos).
Los recursos económicos no gastados son devueltos al tesoro público. Foncodes capacita y brinda asistencia técnica a los Núcleos y supervisa la marcha del proyecto. Destaca la alta vigilancia social que fomenta su modelo participativo, así como su contribución a la generación de capital social y la formación de liderazgos comunales. Haku Wiñay (“Vamos a Crecer” traducido del quechua al español), y Noa Jayatai (en idioma shipibo-conibo tiene igual significado).
Ambos vocablos en idiomas nativos explican el propósito que se busca para las familias en situación de pobreza; eso es, salir de esa condición en base al trabajo comunitario, heredado de las culturas pre incas e Inca. Este proyecto productivo, con un enfoque intercultural y participativo, interviene en comunidades rurales por un periodo de tres años, teniendo como aliado al Gobierno Local y otras instituciones Públicas presentes en el territorio. El éxito del proyecto depende mucho de la labor del yachachiq (“el que sabe y enseña”, traducido al español), bajo la metodología de “de campesino a campesino”.
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