Fatalmente, al inicio del certamen de la marinera, el cable nos trae la noticia que una ciudadana peruana, radicada en Chile, ha patentado el peruanísimo baile como suyo. Inconcebible. Es como si un argentino, residente en Perú, registrara el tango como creación propia en Indecopi.
Por: Freddy Gálvez Delgado
Hay dos eventos que identifican a la ciudad de Trujillo. El Festival Internacional de la Primavera, organizado por el Club de Leones y el Concurso Nacional de Marinera, por el Club Libertad. Cada uno tiene sus propios atractivos. El primero exalta a la más bella de las estaciones del año y el otro, a una de las danzas típicas del país. Ambos se realizan con singular regularidad desde hace décadas y su prestigio motiva el arribo de turistas nacionales y extranjeros.
Fatalmente, al inicio del certamen de la marinera, el cable nos trae la noticia que una ciudadana peruana, radicada en Chile, ha patentado el peruanísimo baile como suyo. Inconcebible. Es como si un argentino, residente en Perú, registrara el tango como creación propia en Indecopi. Y ahí no queda todo. Su esposo agota los trámites para hacer lo mismo con el Señor de los Milagros.
Nos quejamos de empresas extranjeras que invierten y dan trabajo en Trujillo, sin pensar que hay peruanos fuera que tratan de apoderarse de nuestro acervo cultural. La desconcertante pareja sostiene que la decisión fue adoptada “de buena fe”. No obstante, a simple vista, se vislumbra su insaciable apetito de lucro. Es indispensable que el gobierno peruano, a través de sus organismos competentes, ponga orden a esta clase de acciones que desdibujan nuestra imagen en el extranjero.
Justo cuando expresamos unidad en la demanda marítima ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, surgen actitudes personales de este tipo, que demuestran lo contrario. Se debe actuar de inmediato. No es posible que nuestro país, con tan ricas tradiciones, quede desairado con destempladas pretensiones como ésta. Defendamos el folclore del Perú. Es una obligación…
Por: Freddy Gálvez Delgado
Hay dos eventos que identifican a la ciudad de Trujillo. El Festival Internacional de la Primavera, organizado por el Club de Leones y el Concurso Nacional de Marinera, por el Club Libertad. Cada uno tiene sus propios atractivos. El primero exalta a la más bella de las estaciones del año y el otro, a una de las danzas típicas del país. Ambos se realizan con singular regularidad desde hace décadas y su prestigio motiva el arribo de turistas nacionales y extranjeros.
Fatalmente, al inicio del certamen de la marinera, el cable nos trae la noticia que una ciudadana peruana, radicada en Chile, ha patentado el peruanísimo baile como suyo. Inconcebible. Es como si un argentino, residente en Perú, registrara el tango como creación propia en Indecopi. Y ahí no queda todo. Su esposo agota los trámites para hacer lo mismo con el Señor de los Milagros.
Nos quejamos de empresas extranjeras que invierten y dan trabajo en Trujillo, sin pensar que hay peruanos fuera que tratan de apoderarse de nuestro acervo cultural. La desconcertante pareja sostiene que la decisión fue adoptada “de buena fe”. No obstante, a simple vista, se vislumbra su insaciable apetito de lucro. Es indispensable que el gobierno peruano, a través de sus organismos competentes, ponga orden a esta clase de acciones que desdibujan nuestra imagen en el extranjero.
Justo cuando expresamos unidad en la demanda marítima ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, surgen actitudes personales de este tipo, que demuestran lo contrario. Se debe actuar de inmediato. No es posible que nuestro país, con tan ricas tradiciones, quede desairado con destempladas pretensiones como ésta. Defendamos el folclore del Perú. Es una obligación…
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