Esta catalogación permite establecer que, aparte de la estabilidad económica experimentada, existe evidente deficiencia en sectores vertebrales de la colectividad. Por ejemplo, es necesario establecer que la seguridad ciudadana no sólo se logra incrementando el número de efectivos policiales o comprando más patrulleros y motos.
Por. Freddy Gálvez Delgado
Anualmente se realiza en Londres el análisis de paz que existe en la mayoría de países del mundo. El reporte, publicado por la revista The Economist, llega a todos los confines. Dicho estudio compara a las naciones de acuerdo a veinticuatro variables internacionales entre las que se considera el número de crímenes violentos, inestabilidad política y número de policías.
Igualmente, la incidencia de robos, homicidios, cantidad de personas encarceladas y facilidad para el acceso de armas en la ciudadanía. Dentro de los factores específicos que garantizan la paz, figura la democracia, transparencia, educación y bienestar social. La clasificación ubica en la cúspide de la paz, tranquilidad y seguridad social a Islandia, seguida de Dinamarca, Noruega, Nueva Zelanda y Japón.
En el otro extremo de la tabla, que incluye a ciento cuarenta países, están Irak, Somalia, Sudán, Afganistán e Israel. Nuestro vecino del sur, Chile, es el más pacífico en América Latina y los más violentos Colombia (130), Venezuela (123), Haití (109), Honduras (104), Guatemala (103) y Ecuador (100). La investigación coloca sólo a cuatro naciones de habla hispana en la categoría alta Chile (19), Uruguay (21), España (30) y Costa Rica (34).
La mayor parte de países latinos son considerados de paz media y baja Panamá (48), Argentina (56), Nicaragua (59), Cuba (62), Paraguay (70), Bolivia (78), PERU (80), República Dominicana (82), El Salvador (89), Brasil (90) y México (93). Como se puede apreciar, la ubicación de nuestro país no nos favorece en nada, pues el casillero noventa corresponde al segundo bloque del esquema general.
Esta catalogación permite establecer que, aparte de la estabilidad económica experimentada, existe evidente deficiencia en sectores vertebrales de la colectividad. Por ejemplo, es necesario establecer que la seguridad ciudadana no sólo se logra incrementando el número de efectivos policiales o comprando más patrulleros y motos. No.
Lo indispensable es endurecer las leyes a los delincuentes, aunque éstas irriten el estómago de los propulsores de los derechos humanos, que ya sabemos a quienes defienden. Coincidir en que las leyes si son coercitivas. Alguien tendrá que reprimirse por temor a recibir el peso las sanciones. Como quien se entregó al saber que sus compinches morían por acción policial.
Fiscalizar, en la medida de lo posible e invocar transparencia al poder Judicial, o reformar la jurisprudencia, para eliminar concesiones indiscriminadas y evitar liberar a requisitoriados. Los asaltos a ómnibus de servicio interprovincial ocurren desde hace años y ninguno de los ciento veinte diputados, ha planteado siquiera propuesta alguna para sancionar drásticamente a los culpables.
Lo mismo ocurre con la reclamada restricción del uso de armas de fuego. Debemos garantizar que nuestra seguridad se extenderá a los turistas que nos visiten, quienes serán los verdaderos promotores de las riquezas del país. De lo contrario, se convertirán en sus detractores. ¡Hagámoslo, pero ya! El Perú no merece estar en la desairada posición que actualmente ocupa en el mundo…
Por. Freddy Gálvez Delgado
Anualmente se realiza en Londres el análisis de paz que existe en la mayoría de países del mundo. El reporte, publicado por la revista The Economist, llega a todos los confines. Dicho estudio compara a las naciones de acuerdo a veinticuatro variables internacionales entre las que se considera el número de crímenes violentos, inestabilidad política y número de policías.
Igualmente, la incidencia de robos, homicidios, cantidad de personas encarceladas y facilidad para el acceso de armas en la ciudadanía. Dentro de los factores específicos que garantizan la paz, figura la democracia, transparencia, educación y bienestar social. La clasificación ubica en la cúspide de la paz, tranquilidad y seguridad social a Islandia, seguida de Dinamarca, Noruega, Nueva Zelanda y Japón.
En el otro extremo de la tabla, que incluye a ciento cuarenta países, están Irak, Somalia, Sudán, Afganistán e Israel. Nuestro vecino del sur, Chile, es el más pacífico en América Latina y los más violentos Colombia (130), Venezuela (123), Haití (109), Honduras (104), Guatemala (103) y Ecuador (100). La investigación coloca sólo a cuatro naciones de habla hispana en la categoría alta Chile (19), Uruguay (21), España (30) y Costa Rica (34).
La mayor parte de países latinos son considerados de paz media y baja Panamá (48), Argentina (56), Nicaragua (59), Cuba (62), Paraguay (70), Bolivia (78), PERU (80), República Dominicana (82), El Salvador (89), Brasil (90) y México (93). Como se puede apreciar, la ubicación de nuestro país no nos favorece en nada, pues el casillero noventa corresponde al segundo bloque del esquema general.
Esta catalogación permite establecer que, aparte de la estabilidad económica experimentada, existe evidente deficiencia en sectores vertebrales de la colectividad. Por ejemplo, es necesario establecer que la seguridad ciudadana no sólo se logra incrementando el número de efectivos policiales o comprando más patrulleros y motos. No.
Lo indispensable es endurecer las leyes a los delincuentes, aunque éstas irriten el estómago de los propulsores de los derechos humanos, que ya sabemos a quienes defienden. Coincidir en que las leyes si son coercitivas. Alguien tendrá que reprimirse por temor a recibir el peso las sanciones. Como quien se entregó al saber que sus compinches morían por acción policial.
Fiscalizar, en la medida de lo posible e invocar transparencia al poder Judicial, o reformar la jurisprudencia, para eliminar concesiones indiscriminadas y evitar liberar a requisitoriados. Los asaltos a ómnibus de servicio interprovincial ocurren desde hace años y ninguno de los ciento veinte diputados, ha planteado siquiera propuesta alguna para sancionar drásticamente a los culpables.
Lo mismo ocurre con la reclamada restricción del uso de armas de fuego. Debemos garantizar que nuestra seguridad se extenderá a los turistas que nos visiten, quienes serán los verdaderos promotores de las riquezas del país. De lo contrario, se convertirán en sus detractores. ¡Hagámoslo, pero ya! El Perú no merece estar en la desairada posición que actualmente ocupa en el mundo…
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