Da vergüenza constatar que micros, combis y ómnibus, se estacionan en lugares insólitos como el inicio de las intersecciones, luego de ingresar en curva, media cuadra o donde al pasajero se le antoje subir. Los conductores de taxis no quedan exentos del mismo reprochable comportamiento en pleno centro cívico.
Por: Freddy Gálvez Delgado
Uno de los aspectos que más impresiona en las ciudades de los grandes países es la manera ordenada que se trasladan los vehículos y la seguridad como se conducen los peatones. Da la impresión que todo marchara a la perfección partiendo del respeto a las luces del semáforo y las señales de tránsito, incluso aunque no haya policía. En lo que respecta al transporte masivo de pasajeros, los buses tienen paraderos fijos invariables identificados por un poste de metal con sus respectivas indicaciones.
Consta claramente el número de la línea, un plano completo de su recorrido y la hora exacta que la unidad pasará por ese lugar. Es suficiente. Está toda la información necesaria. El público apunta la primera vez los detalles y sabe la hora que debe estar en el paradero para abordar el ómnibus que arriba con precisión cronométrica. La cola se respeta. Se forma conforme llega la gente y así sube.
Si a alguien se le ocurre tomar el vehículo en otro sitio y levanta la mano simplemente queda en ridículo, porque el chofer ni lo mira. Él sabe que debe detenerse sólo en los puntos establecidos. Y lo que es más importante. Se evita la confusión, el desorden, la congestión vehicular, los accidentes y se garantiza la seguridad de los pasajeros. Al mismo tiempo, queda en el pasado el triste espectáculo que se aprecia todos los días fuera del perímetro de la avenida España de Trujillo.
Da vergüenza constatar que micros, combis y ómnibus, se estacionan en lugares insólitos como el inicio de las intersecciones, luego de ingresar en curva, media cuadra o donde al pasajero se le antoje subir. Los conductores de taxis no quedan exentos del mismo reprochable comportamiento en pleno centro cívico, lo que nos ubica en el último lugar en lo que a transporte se refiere.
Sin embargo, para nuestra satisfacción y adoptando el ejemplo de las grandes metrópolis, la Municipalidad de Lima acaba de tomar la iniciativa de legislar sobre el uso obligatorio de paraderos para el transporte público de pasajeros en veintisiete calles de la capital. Los lugares de embarque y desembarque están señalados cada cierta distancia y quienes incumplan con la norma serán sancionados con una multa de trescientos cuarenticinco soles. Claro que para que las acciones adoptadas marchen sobre ruedas es fundamental la decisiva intervención de la policía de tránsito.
Esperamos que la municipalidad local, en coordinación con la policía nacional, ponga en marcha similar proyecto que terminará definitivamente con el caos vehicular que nos agobia y se torna cada día más insoportable. Si algún día se aplica. Trujillo lucirá diferente. Mucho más moderna y, sobre todo, la ciudadanía entera se sentirá más segura y orgullosa de vivir aquí…
Por: Freddy Gálvez Delgado
Uno de los aspectos que más impresiona en las ciudades de los grandes países es la manera ordenada que se trasladan los vehículos y la seguridad como se conducen los peatones. Da la impresión que todo marchara a la perfección partiendo del respeto a las luces del semáforo y las señales de tránsito, incluso aunque no haya policía. En lo que respecta al transporte masivo de pasajeros, los buses tienen paraderos fijos invariables identificados por un poste de metal con sus respectivas indicaciones.
Consta claramente el número de la línea, un plano completo de su recorrido y la hora exacta que la unidad pasará por ese lugar. Es suficiente. Está toda la información necesaria. El público apunta la primera vez los detalles y sabe la hora que debe estar en el paradero para abordar el ómnibus que arriba con precisión cronométrica. La cola se respeta. Se forma conforme llega la gente y así sube.
Si a alguien se le ocurre tomar el vehículo en otro sitio y levanta la mano simplemente queda en ridículo, porque el chofer ni lo mira. Él sabe que debe detenerse sólo en los puntos establecidos. Y lo que es más importante. Se evita la confusión, el desorden, la congestión vehicular, los accidentes y se garantiza la seguridad de los pasajeros. Al mismo tiempo, queda en el pasado el triste espectáculo que se aprecia todos los días fuera del perímetro de la avenida España de Trujillo.
Da vergüenza constatar que micros, combis y ómnibus, se estacionan en lugares insólitos como el inicio de las intersecciones, luego de ingresar en curva, media cuadra o donde al pasajero se le antoje subir. Los conductores de taxis no quedan exentos del mismo reprochable comportamiento en pleno centro cívico, lo que nos ubica en el último lugar en lo que a transporte se refiere.
Sin embargo, para nuestra satisfacción y adoptando el ejemplo de las grandes metrópolis, la Municipalidad de Lima acaba de tomar la iniciativa de legislar sobre el uso obligatorio de paraderos para el transporte público de pasajeros en veintisiete calles de la capital. Los lugares de embarque y desembarque están señalados cada cierta distancia y quienes incumplan con la norma serán sancionados con una multa de trescientos cuarenticinco soles. Claro que para que las acciones adoptadas marchen sobre ruedas es fundamental la decisiva intervención de la policía de tránsito.
Esperamos que la municipalidad local, en coordinación con la policía nacional, ponga en marcha similar proyecto que terminará definitivamente con el caos vehicular que nos agobia y se torna cada día más insoportable. Si algún día se aplica. Trujillo lucirá diferente. Mucho más moderna y, sobre todo, la ciudadanía entera se sentirá más segura y orgullosa de vivir aquí…
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