Era imprescindible dar el ejemplo. Anunciando la congelación de aumentos y beneficios económicos. Reducir los salarios y eliminar las envidiables gratificaciones, de una remuneración completa, a quienes ganan más en el aparato estatal.
Por: Freddy Gálvez Delgado
Con el objetivo fundamental de hacer frente a los efectos de la crisis financiera internacional, se han realizado una serie de pronunciamientos en el Perú. Uno de ellos corresponde al primer mandatario de la nación quien solicitó a los empresarios evitar, por todos los medios, reducir su personal. “Incluso si ello significa que sacrifiquen sus ganancias”, sentenció en el tono altanero que lo caracteriza.
Y agregó que “antes de pensar en reducir salarios, habrá que pensar en que será mejor subsistir aunque sea ganando un centavo”. La idea básica del elocuente discurso presidencial versó en torno a la urgente limitación en el margen de las ganancias. Hasta allí todo estuvo muy bien. Una excelente invocación para estimular a los ejecutivos privados a ajustarse el cinturón y realizar ahorros al máximo.
Sin embargo, el presidente no mencionó una sola palabra en torno al ahorro por de del estado, incluyéndose él mismo, los ministros, los congresistas y los funcionarios públicos de alto rango. Lo correcto hubiese sido, tal vez, exponer la estrategia de austeridad del gobierno en la cúpula, desde adentro o “desde la casa”, para proyectarse luego, con base, a las empresas.
Era imprescindible dar el ejemplo. Anunciando la congelación de aumentos y beneficios económicos. Reducir los salarios y eliminar las envidiables gratificaciones, de una remuneración completa, a quienes ganan más en el aparato estatal. Oportuno era decir, a lo mejor, yo recorto mi sueldo, lo mismo harán quienes me rodean para luego pedir ser imitado y no: “Ustedes sacrifiquen sus ganancias, aunque sea ganando un centavo, mientras nosotros seguimos igual”.
La idea es que el sacrificio sea efectivamente de todos los sectores y la comunidad lo pueda percibir de verdad. Es la única forma de concienciar a la gente. Una de las cosas que jamás regresan, son las palabras dichas y el jefe de estado se ha expresado en esos términos. La política es el arte de gobernar. Eso significa que quienes tienen el poder en sus manos deben fungir de artistas para llevar las riendas de la nación de la mejor manera posible.
En tiempos de bonanza, ustedes fueron los beneficiados. Ahora, fatalmente, tendrán que sacarse los zapatos, como nosotros, para cruzar el río. No esperen que los levantemos para que no se mojen. Los momentos difíciles deben ser padecidos por el íntegro de los peruanos. El estado no es una isla y su obligación es sacrificarse tal como el pueblo se prepara para hacerlo, Dios sabe cómo. Después de todo, ustedes están allí, porque nosotros los elegimos. ¿No es cierto…?
Por: Freddy Gálvez Delgado
Con el objetivo fundamental de hacer frente a los efectos de la crisis financiera internacional, se han realizado una serie de pronunciamientos en el Perú. Uno de ellos corresponde al primer mandatario de la nación quien solicitó a los empresarios evitar, por todos los medios, reducir su personal. “Incluso si ello significa que sacrifiquen sus ganancias”, sentenció en el tono altanero que lo caracteriza.
Y agregó que “antes de pensar en reducir salarios, habrá que pensar en que será mejor subsistir aunque sea ganando un centavo”. La idea básica del elocuente discurso presidencial versó en torno a la urgente limitación en el margen de las ganancias. Hasta allí todo estuvo muy bien. Una excelente invocación para estimular a los ejecutivos privados a ajustarse el cinturón y realizar ahorros al máximo.
Sin embargo, el presidente no mencionó una sola palabra en torno al ahorro por de del estado, incluyéndose él mismo, los ministros, los congresistas y los funcionarios públicos de alto rango. Lo correcto hubiese sido, tal vez, exponer la estrategia de austeridad del gobierno en la cúpula, desde adentro o “desde la casa”, para proyectarse luego, con base, a las empresas.
Era imprescindible dar el ejemplo. Anunciando la congelación de aumentos y beneficios económicos. Reducir los salarios y eliminar las envidiables gratificaciones, de una remuneración completa, a quienes ganan más en el aparato estatal. Oportuno era decir, a lo mejor, yo recorto mi sueldo, lo mismo harán quienes me rodean para luego pedir ser imitado y no: “Ustedes sacrifiquen sus ganancias, aunque sea ganando un centavo, mientras nosotros seguimos igual”.
La idea es que el sacrificio sea efectivamente de todos los sectores y la comunidad lo pueda percibir de verdad. Es la única forma de concienciar a la gente. Una de las cosas que jamás regresan, son las palabras dichas y el jefe de estado se ha expresado en esos términos. La política es el arte de gobernar. Eso significa que quienes tienen el poder en sus manos deben fungir de artistas para llevar las riendas de la nación de la mejor manera posible.
En tiempos de bonanza, ustedes fueron los beneficiados. Ahora, fatalmente, tendrán que sacarse los zapatos, como nosotros, para cruzar el río. No esperen que los levantemos para que no se mojen. Los momentos difíciles deben ser padecidos por el íntegro de los peruanos. El estado no es una isla y su obligación es sacrificarse tal como el pueblo se prepara para hacerlo, Dios sabe cómo. Después de todo, ustedes están allí, porque nosotros los elegimos. ¿No es cierto…?
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