Todos exigen regalos y hay necesidad de satisfacerlos. Por algo es Navidad. Muchos caballeros, por su parte, se refugian en el licor, sin saber por qué razón. El motivo es el mismo, la Navidad. Lo raro es que compradores, ni bebedores, en su mayoría, acuden en forma asidua a la iglesia y muchos, ni siquiera creen en Jesús.
Por: Freddy Gálvez Delgado
Llegó la Navidad. La gente camina más rápido que nunca. Todos quieren comprar y comprar más. En el centro de la ciudad y la avenida España, nos espera una verdadera ola de vendedores decididos a emplear todo el esfuerzo de su parte para agotar las ventas. La mayoría de la población se deja llevar por el momento que se vive. Casi sin revisar previamente los bolsillos, sale en tropel de sus hogares.
Todos exigen regalos y hay necesidad de satisfacerlos. Por algo es Navidad. Muchos caballeros, por su parte, se refugian en el licor, sin saber por qué razón. El motivo es el mismo, la Navidad. Lo raro es que compradores, ni bebedores, en su mayoría, acuden en forma asidua a la iglesia y muchos, ni siquiera creen en Jesús. Lo evidente es que, en casa, todos nos preparamos para esta noche, la Nochebuena.
En un lugar especial se ha colocado el tradicional nacimiento con todos sus personajes, menos el niño Jesús. El pequeño recién será ubicado en el pesebre pasadas las doce. Cuando estemos ya veinticinco de diciembre, día de la Navidad en el mundo cristiano. Algunos recibirán el instante supremo en familia, otros en el templo, elevando una oración. También habrá a quienes los sorprenderá en el trabajo. Pero es su obligación y deben cumplir con su misión.
La Navidad es una fecha para reflexionar en nuestros actos y colocarlos en una especie de balanza virtual para comprobar cuales pesan más. Los correctos o los otros. Es el momento para hacer un análisis íntimo, muy personal. No es necesario contárselo a nadie. Se trata de una autocrítica, lo más sincera posible, de lo contrario no obtendremos una conclusión acertada.
Si honestamente consideramos que actuamos de manera conveniente, bien por nosotros. Pero, si comprobamos que nos comportamos de manera negativa, es bueno saber que nunca es demasiado tarde para modificar el rumbo.
Dios, siempre nos da una oportunidad para ser mejores. Lo más importante es comprometernos cambiar y ponerlo en práctica.
Si esta Navidad nos encontró con nuestro accionar fuera de la ley, pensemos en nuestra madre, nuestra esposa y nuestros hijos. ¿Somos dignos de ellos…? ¿Eso es lo que les vamos a dejar…? ¿Un apellido arrastrado en la deshonra…? ¡De Ninguna manera…! La Navidad es para reflexionar. Para tratar de ser cada vez mejores. La vida es apenas un instante en la eternidad. Aprovechémosla al máximo. Pero de manera correcta…
Por: Freddy Gálvez Delgado
Llegó la Navidad. La gente camina más rápido que nunca. Todos quieren comprar y comprar más. En el centro de la ciudad y la avenida España, nos espera una verdadera ola de vendedores decididos a emplear todo el esfuerzo de su parte para agotar las ventas. La mayoría de la población se deja llevar por el momento que se vive. Casi sin revisar previamente los bolsillos, sale en tropel de sus hogares.
Todos exigen regalos y hay necesidad de satisfacerlos. Por algo es Navidad. Muchos caballeros, por su parte, se refugian en el licor, sin saber por qué razón. El motivo es el mismo, la Navidad. Lo raro es que compradores, ni bebedores, en su mayoría, acuden en forma asidua a la iglesia y muchos, ni siquiera creen en Jesús. Lo evidente es que, en casa, todos nos preparamos para esta noche, la Nochebuena.
En un lugar especial se ha colocado el tradicional nacimiento con todos sus personajes, menos el niño Jesús. El pequeño recién será ubicado en el pesebre pasadas las doce. Cuando estemos ya veinticinco de diciembre, día de la Navidad en el mundo cristiano. Algunos recibirán el instante supremo en familia, otros en el templo, elevando una oración. También habrá a quienes los sorprenderá en el trabajo. Pero es su obligación y deben cumplir con su misión.
La Navidad es una fecha para reflexionar en nuestros actos y colocarlos en una especie de balanza virtual para comprobar cuales pesan más. Los correctos o los otros. Es el momento para hacer un análisis íntimo, muy personal. No es necesario contárselo a nadie. Se trata de una autocrítica, lo más sincera posible, de lo contrario no obtendremos una conclusión acertada.
Si honestamente consideramos que actuamos de manera conveniente, bien por nosotros. Pero, si comprobamos que nos comportamos de manera negativa, es bueno saber que nunca es demasiado tarde para modificar el rumbo.
Dios, siempre nos da una oportunidad para ser mejores. Lo más importante es comprometernos cambiar y ponerlo en práctica.
Si esta Navidad nos encontró con nuestro accionar fuera de la ley, pensemos en nuestra madre, nuestra esposa y nuestros hijos. ¿Somos dignos de ellos…? ¿Eso es lo que les vamos a dejar…? ¿Un apellido arrastrado en la deshonra…? ¡De Ninguna manera…! La Navidad es para reflexionar. Para tratar de ser cada vez mejores. La vida es apenas un instante en la eternidad. Aprovechémosla al máximo. Pero de manera correcta…
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