martes, 5 de mayo de 2009

PEDIMOS AUMENTO: ¡Y NOS MANDAN A SOÑAR…!

Con el entusiasmo reflejado en su rostro, el joven reportero colocó el micro, sin disimular su expectativa, muy cerca del secretario de estado, esperando su opinión. “Vale la pena soñar…” (?) Fue la única e inconcebible respuesta que escuchamos todos.

Por: Freddy Gálvez Delgado

Mucho antes que la crisis financiera internacional empezara a hacer sentir sus efectos en el Perú, el sector laboral planteó la posibilidad que el gobierno le incremente el salario mínimo vital. Es que el precio de todos o la mayoría de los artículos de primera necesidad ingresó hace un tiempo a una ruta ascendente de la que no ha logrado librarse. Expertos y analistas se identifican con los trabajadores y aseguran que es una forma efectiva de elevar la demanda.

Además, y como es lógico, cualquier mejora económica permitirá a las familias una vida de cierta comodidad, más llevadera y tranquila. Y, aunque el presidente ha manifestado que elevar los sueldos sólo generará más despidos, existe siempre la posibilidad que algún día se escuche la voz de las mayorías. Dentro de ese contexto de lógica aspiración, un programa de televisión capitalino realizó una encuesta dirigida a los congresistas. Incluso solicitó su colaboración.

El dinero recibido sería distribuido de inmediato entre personas de escasos recursos. Los legisladores reaccionaron de diversas maneras. Uno obsequió cien dólares. Otro, cien soles y hubo quien apenas entregó diez soles. El periodista, que recorría las calles de Lima, decidió entrevistar al ministro de Trabajo, actor principal en la posibilidad de un posible aumento del sueldo mínimo vital. La pregunta fue directa. Así que la respuesta no podía eludirse. Se esperaba con ansiedad el pronunciamiento del responsable de tan importante cartera

Con el entusiasmo reflejado en su rostro, el joven reportero colocó el micro, sin disimular su expectativa, muy cerca del secretario de estado, esperando su opinión. “Vale la pena soñar…” (?) Fue la única e inconcebible respuesta que escuchamos todos. ¿Estaría consciente de lo que decía en esos momentos…? ¿No vio las cámaras…? ¿Fue ese su verdadero sentir…? Pues esas palabras constituyen un agravio contra los asalariados y las familias peruanas.

Aquellas que a diario tienen que hacer lo imposible para comprar y preparar los alimentos y tratar no sólo de vivir, sino de subsistir. Es cierto que los ministros, al igual que el primer mandatario y los congresistas, reciben jugosas remuneraciones lo que les facilita una vida holgada, llena de satisfacciones y sin problemas. Su realidad es muy distinta a la masa poblacional.

Pero, esa condición de privilegio no es motivo, en ningún caso, para expresarse con términos que constituyen una ofensa y completa falta de sensibilidad hacia la ciudadanía. Esta declaración, totalmente desacertada, confirma el criterio que quienes nos gobiernan no respetan, ni consideran, el sector de los trabajadores, que con su esfuerzo contribuyen al progreso de la nación…

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