Tampoco se debe retroceder en la sanción a los parlamentarios que en un intento de ganarse alguna portada en los diarios, interrumpieron las sesiones en el Congreso, tomado por la fuerza el hemiciclo, pretendiendo hacer creer a la opinión pública que con ello apoyaban los reclamos de las poblaciones indígenas.
Por: Américo Solis
Espero que con la derogatoria de los decretos 1090 y 1064 se haya firmado una paz perdurable entre el Gobierno y las comunidades nativas de nuestra Amazonía, sin embargo, debe quedar claro que no se trata de avalar la toma de carreteras y puentes, menos aún el atentar contra la vida y la propiedad privada y pública, como sucedió el pasado 5 de junio.
En este sentido lo que corresponde ahora es deslindar responsabilidades, así como prevenir nuevos conflictos. Ha hecho bien el gobierno al reconocer que fue un error el no sentarse a conversar con los jefes nativos antes de aprobar esta legislación, que en opinión de las comunidades indígenas iba a afectar las zonas que habitan y la biodiversidad de la amazonía.
Ahora hay que comenzar de nuevo con un diálogo franco y trasparente con los nativos, donde no esté en juego ningún aprovechamiento político-partidario o alguna mano negra que utilice esta coyuntura con fines que no sean el de buscar una solución integral a los reclamos de estas etnias que por años han sido olvidadas. Entonces hay que cortar de cuajo cualquier intento que busque interrumpir con la violencia nuestra gobernabilidad.
Tampoco se debe retroceder en la sanción a los parlamentarios que en un intento de ganarse alguna portada en los diarios, interrumpieron las sesiones en el Congreso, tomado por la fuerza el hemiciclo, pretendiendo hacer creer a la opinión pública que con ello apoyaban los reclamos de las poblaciones indígenas. A los nativos hay que hablarles en sus dialectos y sin autoritarismo.
Aún más, este diálogo y reconciliación debe darse allá en su habitat, alejados de la contaminación mediática que siempre seduce a los políticos tradicionales y con interlocutores validos que realmente los representen. Que los hechos que hoy lamentamos nos sirvan para sacar experiencias que hagan replantear al Gobierno sus estrategias ante una crisis como la de Bagua.
Sabemos que ni la ingenuidad ni la arrogancia nos ayuda a resolver problemas tan graves como los que ha vivido nuestro país. Ningún peruano debe sentirse excluido a tener una vida digna con igualdad de oportunidades En este sentido, el gobierno utilizando todos los medios a su alcance, deberá preocuparse, no solo en esta coyuntura sin el futuro porque en el país se viva una paz donde se pueda convivir respetando al prójimo y respetando sus derechos humanos.
Espero que con la derogatoria de los decretos 1090 y 1064 se haya firmado una paz perdurable entre el Gobierno y las comunidades nativas de nuestra Amazonía, sin embargo, debe quedar claro que no se trata de avalar la toma de carreteras y puentes, menos aún el atentar contra la vida y la propiedad privada y pública, como sucedió el pasado 5 de junio.
En este sentido lo que corresponde ahora es deslindar responsabilidades, así como prevenir nuevos conflictos. Ha hecho bien el gobierno al reconocer que fue un error el no sentarse a conversar con los jefes nativos antes de aprobar esta legislación, que en opinión de las comunidades indígenas iba a afectar las zonas que habitan y la biodiversidad de la amazonía.
Ahora hay que comenzar de nuevo con un diálogo franco y trasparente con los nativos, donde no esté en juego ningún aprovechamiento político-partidario o alguna mano negra que utilice esta coyuntura con fines que no sean el de buscar una solución integral a los reclamos de estas etnias que por años han sido olvidadas. Entonces hay que cortar de cuajo cualquier intento que busque interrumpir con la violencia nuestra gobernabilidad.
Tampoco se debe retroceder en la sanción a los parlamentarios que en un intento de ganarse alguna portada en los diarios, interrumpieron las sesiones en el Congreso, tomado por la fuerza el hemiciclo, pretendiendo hacer creer a la opinión pública que con ello apoyaban los reclamos de las poblaciones indígenas. A los nativos hay que hablarles en sus dialectos y sin autoritarismo.
Aún más, este diálogo y reconciliación debe darse allá en su habitat, alejados de la contaminación mediática que siempre seduce a los políticos tradicionales y con interlocutores validos que realmente los representen. Que los hechos que hoy lamentamos nos sirvan para sacar experiencias que hagan replantear al Gobierno sus estrategias ante una crisis como la de Bagua.
Sabemos que ni la ingenuidad ni la arrogancia nos ayuda a resolver problemas tan graves como los que ha vivido nuestro país. Ningún peruano debe sentirse excluido a tener una vida digna con igualdad de oportunidades En este sentido, el gobierno utilizando todos los medios a su alcance, deberá preocuparse, no solo en esta coyuntura sin el futuro porque en el país se viva una paz donde se pueda convivir respetando al prójimo y respetando sus derechos humanos.
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