Los ayayeros que operan interesadamente sobre los sentimientos de otras personas ansiosas de reconocimientos, de elogios trascendentes tal vez inmerecidos, pero que lo necesitan para llenar su ego, como el caso de lograr objetivos importantes en la política, en esas circunstancias los ayayeros, como si fueran gurús, franelean a sus víctimas.
Por: Amaro Rodríguez Santillán
Sin duda alguna es una desgracia sufrir por debilidad humana, de tener afiladas “lenguas viperinas”, o adolecer en promover la exacerbación de la adulonería, para caer en el vulgar oficio de “ayayero”, su intromisión como clásicos actores en procesos electorales, lo que consiguen es contribuir a ensuciar los procesos electorales, contrariando la voluntad del honesto pueblo que desea unas elecciones limpias y transparentes.
Las lenguas viperinas accionadas sin ningún escrúpulo, son movidas por oscuros intereses, ofreciendo contenidos con doble discurso, o doble rasero, para desorientar la opinión pública, inclinándolo al lado que realmente no contribuye en nada a lograr un mayor bienestar de los pueblos y solo resultan rentables para esas lenguas viperinas.
De otra parte los ayayeros que operan interesadamente sobre los sentimientos de otras personas ansiosas de reconocimientos, de elogios trascendentes tal vez inmerecidos, pero que lo necesitan para llenar su ego, como el caso de lograr objetivos importantes en la política, en esas circunstancias los ayayeros, como si fueran gurús, franelean a sus víctimas, dando por hecho situaciones muy hipotéticas, difícilmente alcanzables.
Para frenar la presencia de personas con lenguas viperinas y la acción encubierta de los ayayeros, sería muy práctico si lo tuviéramos a la mano, colocar un bozal sobre esas lenguas viperinas y sobre las bocas de los ayayeros, para no enturbiar las elecciones limpias y dando oportunidad después a infundadas conjeturas y audaces afirmaciones sobre la existencia de fraude en el proceso electoral.
El breve calendario del proceso electoral para la elección de congresistas que culminen el actual mandato, a consecuencia de la disolución del Congreso hecha constitucionalmente por el Presidente de la República, obedece al soberbio comportamiento de la mayoría fujiaprista, secundado por la dudosa actuación de parlamentarios de otras bancadas, que comprometen y restan a sus respectivos partidos políticos.
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