Hay más de 170
productos con sustancias adversas que podrían afectar la salud pública. Según la
coordinadora de Ventas y asesora técnica corporativa de Agrorum, Geomara López,
no existe una legislación para precisar cantidades máximas permitidas de
ciertos alérgenos en los alimentos debido a que cada ciudadano es diferente.
Los alérgenos alimentarios
son sustancias que pueden encontrarse en algunos productos y podrían perjudicar
la salud de las personas sensibles a ellos. Si bien son compuestos inocuos,
pueden provocar una reacción exacerbada en consumidores con un sistema inmunológico
delicado. En esa línea, su análisis es crucial y, más aún, su correcto
etiquetado, pues permite informar a las personas alérgicas sobre qué comidas no
deben consumir, así lo indicó la coordinadora de Ventas y asesora técnica
corporativa de Agrorum, Geomara López.
Fue
durante su ponencia sobre ‘”Alérgenos en
la industria alimentaria” en la Expoalimentaria
Virtual 2021, organizada por la Asociación
de Exportadores (ADEX). Cada año en EE.UU. –continuó– 200 mil personas
requieren atención médica de emergencia por estas reacciones, asimismo, existen
más de 170 partidas reportadas como alérgenas, afectando entre el 1% y 3% de
los adultos y entre el 4% y 7% de los niños. En cuanto a la comunidad europea,
17 millones de sus ciudadanos las padecen, de este grupo alrededor de 3.5
millones son menores de 25 años.
Según
López no existe una legislación para precisar cantidades máximas permitidas de
ciertos alérgenos en los alimentos debido a que cada ciudadano es diferente.
“Hay individuos tan sensibles que pueden afectarse tan solo con el olor del
pescado, con una cucharita de leche en polvo, un pedazo de maní o dos semillas
de sésamo”, expresó la especialista. La comunidad europea, a través de su
Reglamento (UE) N° 1169/2011 del Parlamento Europeo y del Consejo sobre la
información alimentaria facilitada al consumidor, define 14 sustancias o
productos causantes de alergias o intolerancias.
Estas
sustancias son: cereales con gluten, crustáceos y productos a base de
crustáceos, huevos y productos a base de huevo, pescados y productos a base de
pescado, maní y productos a base de maní, soja y productos a base de soja. Además,
leche y sus derivados (incluida la lactosa), frutos de cáscara, apio y
productos derivados, mostaza y sus productos derivados, granos de sésamo y productos
a base de granos de sésamo, dióxido de azufre y sulfitos, altramuces y
productos a base de altramuces, moluscos y productos a base de moluscos.
Sin
embargo, la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE.UU. (FDA por sus siglas en
inglés) fija solo 8: leche y sus derivados (incluida la lactosa), huevos y
productos a base de huevo, maní y productos a base de maní, pescados y
productos a base de pescado, crustáceos y mariscos en general, así como los
frutos de cáscaras. Acerca de los cereales regula aquellos con trigo. Estas
respuestas –siguió López– son de naturaleza genética, por eso algunas naciones
cuentan con su propia lista de alérgenos. Por ejemplo, Corea del Sur y Taiwán
determinan dentro de alérgenos frutas como el mango.
“Si
se desea despachar chocolates con trozos de mango a esos destinos, entonces el
exportador debe señalar en el etiquetado a esa fruta como sustancia adversa”,
dijo. México adaptó la memoria de
alérgenos del FDA a su regulación. Perú cuenta con un detalle parecido al de la
entidad estadounidense. Lo mismo hizo China, pero no regula los sulfitos y sí
define las variedades de trigo. Japón posee un repertorio más pequeño, pues
incluye crustáceos, huevos, maní, lácteos, el trigo y sus variedades.
A
fin de que las empresas de alimentos tengan la garantía de la fiabilidad de los
análisis deben utilizar metodologías correctas y los límites de cuantificación
más bajos posibles. Agrorum, empresa asociada a ADEX, ayuda a los exportadores
con la elección de la metodología adecuada para el estudio de estos compuestos.
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