sábado, 9 de agosto de 2008

TERREMOTO 7.9 GRADOS EN EL SUR… UN AÑO DESPUÉS

El terremoto del 15 de agosto del 2007 es obviamente calificable como desastroso, porque trajo al piso elevados porcentajes de las edificaciones de las ciudades de Chincha, Pisco, Ica, Tambo de Mora, Leoncio Prado y otros centros poblados de Ica, Lima, Apurimac y Ayacucho, que afectaron a más de 35,000 familias.

Por: Prof. Mg. Lincoln Alayo Bernal
(Director Académico S.O.S Vidas Perú)


El desastre es un fenómeno social, no es la ocurrencia del hecho me teorológico, sísmico o inundaciones etc., sino el impacto de ese hecho en una comunidad o sociedad. Más aún, el desastre es una manifestación de fallas en el sistema social para proteger a las personas ante consecuencias de fenómenos naturales. Cuanto más pobre es una región, mayor es el impacto del fenómeno natural y la posibilidad de que este se convierta en desastre.

El terremoto de 1970 que tuvo su foco central en la Región Ancash fue un desastre porque aniquiló prácticamente las infraestructuras de ciudades enteras (Yauyos, Huaraz) y mató a unas 70,000 personas; posteriormente, con menos intensidad tuvimos el Terremoto del 3 de octubre de 1974 que afecto a Lima, el terremoto de 1996 con epicentro en Nazca y el Terremoto del 21 de junio del 2001afectando a las ciudades de Arequipa, Moquegua, Tacna y Ayacucho.


Oír a muchos creer a pocos

El terremoto del 15 de agosto del 2007 es obviamente calificable como desastroso porque trajo al piso elevados porcentajes de las edificaciones de las ciudades de Chincha, Pisco, Ica, Tambo de Mora, Leoncio Prado y otros centros poblados de Ica, Lima, Apurimac y Ayacucho, que afectaron rudamente a más de 35,000 familias “damnificadas” (que implica la destrucción de sus viviendas), según el Instituto Nacional de Defensa Civil; y determinaron la muerte de alrededor de 600 personas.
Las contradicciones en el manejo del desastre y reconstrucción del gobierno central del gobierno regional de Lima e Ica así como de los Gobiernos Locales, sorprenden a la opinión pública nacional e internacional. Las imágenes de abandono y desesperación que vemos en todos los medios de comunicación nacional e internacional, el desfile d e autoridades inaugurando una fila de viviendas y entregando donaciones a centros hospitalarios un año después del Terremoto del 15 de agosto del 2007 han mostrado al mundo como se administra o maneja un post desastre en el Perú.

Pese ha tener una basta experiencia en desastres que aparentemente no han dejado lecciones aprendidas. El desastre después del terremoto en el sur de Perú, ha planteado dilemas operativos sobre el manejo, respuesta y reconstrucción de ciudades después de un impacto de gran proporción y abierto interrogantes sobre la seguridad de una de las naciones más prosperas en las Américas (según los indicadores macro económicos y el gobierno).

Admirable por un Machu Picchu, por el Pisco Peruano, por una Fortaleza de Chan Chan, por sus hermosas tierras, de gente generosa y amable, el Perú también tiene un perfil negro y se encuentra en Chicha, Pisco e Ica. Pidiendo a gritos ayuda. Ahora cabe preguntarnos: ¿y si ese terremoto de 7.9 grados ocurriera en otra región de Perú? ¿Estaremos Preparados para manejar tal desastre?

Contaremos con Centros Hospitalarios seguros, equipos, y personal entrenado para administrar un impacto de gran proporción? ¿Tendremos el equipo básico familiar y estaremos entrenados con nuestras familias para enfrentar un desastre? ¿Qué estamos haciendo para evitar o minimizar los daños colaterales después de un desastre?

Componentes para creer y crecer
Para responder adecuadamente a nuestras dudas, nuestra comunidad necesita comprender cómo protegerse a sí misma, conocer sus propiedades y sus fuentes de sustento de la mejor forma posible, sin esperar que algún representante de algún organismo venga a decirnos, repetidas veces, como debemos proteger nos de un posible desastre, sino más bien que la motivacion, y el estimulo nos hagan descubrir que existe riesgo y que debemos reducirlo de abajo, hacia arriba, y transversalmente.

Para trabajar más intensamente en la reducción de la vulnerabilidad ante los Desastres nuestras instituciones deben ahora revisar la funcionabilidad de estos componentes y gestar, un verdadero cambio cultural organizacional para que la comunidad pueda creer y crecer. Ahora, cada organismo del estado, cada empresa, cada ONG, la sociedad civil deberán preguntarse como (¿?).

El término de prevención, y estas nuevas variables (Creer y Crecer) nacerán desde la base, desde las personas, desde los sectores, desde el pueblo, desde la necesidad de no ser sólo el “Porcentaje”, el “Segmento” o el “damnificado”. Nos espera un arduo trabajo; cumplir con la obligación primaria de todo ser pensante, que no es otra cosa que eso mismo: Pensar.

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