Lo que pasa es que la reclusión sirvió para sobrevalorar al personaje cuya labor está centrada exclusivamente en aspectos banales e intrascendentes. No se puede decir otra cosa de su afán de revelar la vida íntima de la gente del espectáculo, el teatro o el deporte, a través de mensajes que no constituyen ningún aporte para nadie.
Por: Freddy Gálvez Delgado
El 2008 terminó en el Perú con la excarcelación de una conductora de televisión que días antes había sido “declarada” como la mujer del año. Fue recluida por haber cometido el delito de difamación contra un futbolista y quedó libre luego de permanecer entre rejas durante dos meses y medio. Según una narración radial “cincuenta medios de comunicación, treinta cámaras de video, ciento cincuenta policías y decenas de personas” la esperaron en la puerta del penal.
Esta semana regresó en la pantalla, por un solo día, en un ambiente de exagerada expectativa, con más publicidad que apariciones. Los promotores aprovecharon la coyuntura para cobrar cientos de dólares por cada segundo a los anunciadores, obteniendo envidiables ganancias, según un diario capitalino. Al final vimos a una conductora totalmente desencajada. Sin la “lucidez, ni el brillo” de otras épocas y que terminó reconociendo que esperaba estar mejor consigo para reaparecer.
En momentos que se encontraba internada, se aprovechó para identificarla por “decir la verdad, ser defensora de las injusticias, luchar incansablemente a favor de los pobres y ser líder de opinión”. Según es de conocimiento general, los referidos argumentos carecen totalmente de veracidad, pues no existe evidencia alguna de haber desplegado esa envidiable labor. La mencionada conductora jamás ha efectuado una investigación trascendente en algún aspecto que no sea el farandulero. Entonces nunca reveló nada positivo.
Lo que pasa es que la reclusión sirvió para sobrevalorar al personaje cuya labor está centrada exclusivamente en aspectos banales e intrascendentes. No se puede decir otra cosa de su afán de revelar la vida íntima de la gente del espectáculo, el teatro o el deporte, a través de mensajes que no constituyen ningún aporte para nadie. Eso queda demostrado en el resultado de las encuestas en torno a la libertad obtenida y su retorno a la televisión, que revelan un considerable porcentaje de oposición en la ciudadanía.
Las circunstancias evidencian la falta de convicción de un sector poblacional que se ha dejado arrastrar por la absurda tendencia de enterarse de la vida de los demás. Dentro de ese contexto la periodista, tal como lo refirió un psicólogo capitalino al ser entrevistado sobre el particular, desempeña el papel de la “chismosa del barrio”. Sucede que algunos medios de comunicación están perdiendo la verdadera esencia de la función del periodismo y destacan aspectos que, al final, resultan insustanciales.
Es lamentable que sea ése el mundo que estamos dejando a la generación actual que sólo trata de enterarse de temas que la tornan indiferente a los asuntos vertebrales del país. La recomendación sería dar un uso provechoso a las excelentes oportunidades que nos brindan los medios modernos de comunicación, poner las cosas en su lugar y ser más positivos y realistas…
Por: Freddy Gálvez Delgado
El 2008 terminó en el Perú con la excarcelación de una conductora de televisión que días antes había sido “declarada” como la mujer del año. Fue recluida por haber cometido el delito de difamación contra un futbolista y quedó libre luego de permanecer entre rejas durante dos meses y medio. Según una narración radial “cincuenta medios de comunicación, treinta cámaras de video, ciento cincuenta policías y decenas de personas” la esperaron en la puerta del penal.
Esta semana regresó en la pantalla, por un solo día, en un ambiente de exagerada expectativa, con más publicidad que apariciones. Los promotores aprovecharon la coyuntura para cobrar cientos de dólares por cada segundo a los anunciadores, obteniendo envidiables ganancias, según un diario capitalino. Al final vimos a una conductora totalmente desencajada. Sin la “lucidez, ni el brillo” de otras épocas y que terminó reconociendo que esperaba estar mejor consigo para reaparecer.
En momentos que se encontraba internada, se aprovechó para identificarla por “decir la verdad, ser defensora de las injusticias, luchar incansablemente a favor de los pobres y ser líder de opinión”. Según es de conocimiento general, los referidos argumentos carecen totalmente de veracidad, pues no existe evidencia alguna de haber desplegado esa envidiable labor. La mencionada conductora jamás ha efectuado una investigación trascendente en algún aspecto que no sea el farandulero. Entonces nunca reveló nada positivo.
Lo que pasa es que la reclusión sirvió para sobrevalorar al personaje cuya labor está centrada exclusivamente en aspectos banales e intrascendentes. No se puede decir otra cosa de su afán de revelar la vida íntima de la gente del espectáculo, el teatro o el deporte, a través de mensajes que no constituyen ningún aporte para nadie. Eso queda demostrado en el resultado de las encuestas en torno a la libertad obtenida y su retorno a la televisión, que revelan un considerable porcentaje de oposición en la ciudadanía.
Las circunstancias evidencian la falta de convicción de un sector poblacional que se ha dejado arrastrar por la absurda tendencia de enterarse de la vida de los demás. Dentro de ese contexto la periodista, tal como lo refirió un psicólogo capitalino al ser entrevistado sobre el particular, desempeña el papel de la “chismosa del barrio”. Sucede que algunos medios de comunicación están perdiendo la verdadera esencia de la función del periodismo y destacan aspectos que, al final, resultan insustanciales.
Es lamentable que sea ése el mundo que estamos dejando a la generación actual que sólo trata de enterarse de temas que la tornan indiferente a los asuntos vertebrales del país. La recomendación sería dar un uso provechoso a las excelentes oportunidades que nos brindan los medios modernos de comunicación, poner las cosas en su lugar y ser más positivos y realistas…
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