
Buenos Aires.- Por primera vez en la historia del país suramericano, un marido, Néstor Kirchner, ha dado la banda y el bastón presidenciales a su esposa, Cristina Fernández de Kirchner, que ha jurado el cargo como primera presidenta electa en Buenos Aires con la habitual fórmula de "por Dios, la Patria y los Santos Evangelios". "Vengo a tomar posesión del cargo de presidenta (...) el honor más grande que puede tener un argentino y una argentina", ha asegurado Fernández de Kirchner.
La ya presidenta ha elogiado su amplia victoria en las urnas y a su marido y presidente saliente, en un discurso de corte continuista celebrado en la sede del Parlamento, con la presencia de nueve jefes de Estado, entre ellos el Príncipe Felipe, y dirigentes de numerosos países. En su primer mensaje al país, ha asegurado que las "convicciones" de su esposo son las suyas y que siempre creyó "en el país, sus hombres y sus mujeres", antes de asegurar que la política de los gobierno anteriores ha logrado enderezar la situación en el país tras la gran crisis económica de 2001.
El objetivo de la nueva presidenta, según ha asegurado, será representar y defender los intereses de los argentinos para mejorar el desarrollo en tiempos de globalización. Una defensa de las políticas llevadas a cabo por Néstor Kirchner y una idea de lo que será su gobierno: "Una propuesta alternativa y seria lleva más que dos minutos de televisión", ha dicho antes de asegurar que han triunfado las ideas y que va a faltar la victoria definitiva mientras haya un pobre en la patria.
Acumulación de riquezas y reforma institucional

"La educación es el eje fundamental para la competitividad económica en el mundo (...) no hay financiamiento estatal que valga si no hay capacitación de los maestros y si los alumnos no se dedican a estudiar", ha dicho la nueva presidenta que, además, se ha mostrado dispuesta a reconstruir la clase media, un símbolo del que Argentina debería enorgullecerse. Las devaluadas constituciones, desde el punto de vista de Kirchner, también necesitan una remodelación. La presidente quiere convertir al Congreso en un foro de diálogo civilizado y que el Tribunal Supremo "inspire respeto en todos los argentinos". (Agencias)
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