Debemos insistir en recordar que en aquellos aciagos años del fujimorato circuló una prensa amarilla de la peor ralea que era promovida y financiada por los aparatos de inteligencia estatales que dirigían Montesinos y sus presuntos expertos en “Operativos Psicosociales”.
Por: Juan Gargurevich
“¿Está probado que el acusado y su asesor de inteligencia amenazaron, manipularon y corrompieron a parte importante de los periodistas y empresarios de la prensa, la radio y la televisión nacional, para promover y encubrir sus acciones dolosas, recurriendo incluso al asesinato? Sí lo está”. Hubiéramos querido escuchar lo anterior como una de las Cuestiones de Hecho que se leyeron en la histórica mañana del martes 7 de abril. No se hizo pero quedará para la historia del periodismo nacional como una de las deudas sociales y sentencias pendientes del ahora sentenciado Fujimori.
Debemos insistir en recordar que en aquellos aciagos años del fujimorato circuló una prensa amarilla de la peor ralea que era promovida y financiada por los aparatos de inteligencia estatales que dirigían Montesinos y sus presuntos expertos en “Operativos Psicosociales”. Gracias a numerosos testimonios (incluyendo varios libros) está acreditado que se fundaban y mantenían diarios de bajo precio que tenían como fin insultar, desacreditar a sus adversarios, llegándose incluso a fundar periódicos falsos.
Y fue el propio Montesinos quien se encargó de probarnos el creciente rumor que circulaba por redacciones y entornos políticos, esto es, que los canales 4 y 5 estaban al servicio del régimen y que sus periodistas de primera fila decían lo que sus propietarios les decían lo que decía Montesinos… que debían decir. Y ahí están los repugnantes vídeos en que los Crousillat y Schultz venden la línea editorial de sus empresas recibiendo a cambio costalillos de dólares.
Esto no ha sido un episodio más en el recorrido republicano del periodismo, proceso repleto de historias de dictadores que utilizaron al periodismo y que han sido ya olvidados. Se ha recordado y hecho analogías con la dictadura civil de Leguía, por ejemplo, que persiguió a los periodistas opositores encerrándolos o deportándolos y cerró periódicos; con Odría y su Ley de Seguridad Interior; con los militares velasquistas que llegaron al extremo de la confiscación.
Pero con el proceso de corrupción de tantos colegas y la consecuente sistemática demolición de la decencia periodística, el oficio sufrió un durísimo golpe del que se tardará años en recuperarse. Porque el periodismo “chicha” que sembraron Fujimori y Montesinos está vivo todavía y es probable que sea nuevamente usado por el neofujimorismo de Keiko y Kenji. Ya está en los blogs. Pronto lo veremos en los kioscos.
Por: Juan Gargurevich
“¿Está probado que el acusado y su asesor de inteligencia amenazaron, manipularon y corrompieron a parte importante de los periodistas y empresarios de la prensa, la radio y la televisión nacional, para promover y encubrir sus acciones dolosas, recurriendo incluso al asesinato? Sí lo está”. Hubiéramos querido escuchar lo anterior como una de las Cuestiones de Hecho que se leyeron en la histórica mañana del martes 7 de abril. No se hizo pero quedará para la historia del periodismo nacional como una de las deudas sociales y sentencias pendientes del ahora sentenciado Fujimori.
Debemos insistir en recordar que en aquellos aciagos años del fujimorato circuló una prensa amarilla de la peor ralea que era promovida y financiada por los aparatos de inteligencia estatales que dirigían Montesinos y sus presuntos expertos en “Operativos Psicosociales”. Gracias a numerosos testimonios (incluyendo varios libros) está acreditado que se fundaban y mantenían diarios de bajo precio que tenían como fin insultar, desacreditar a sus adversarios, llegándose incluso a fundar periódicos falsos.
Y fue el propio Montesinos quien se encargó de probarnos el creciente rumor que circulaba por redacciones y entornos políticos, esto es, que los canales 4 y 5 estaban al servicio del régimen y que sus periodistas de primera fila decían lo que sus propietarios les decían lo que decía Montesinos… que debían decir. Y ahí están los repugnantes vídeos en que los Crousillat y Schultz venden la línea editorial de sus empresas recibiendo a cambio costalillos de dólares.
Esto no ha sido un episodio más en el recorrido republicano del periodismo, proceso repleto de historias de dictadores que utilizaron al periodismo y que han sido ya olvidados. Se ha recordado y hecho analogías con la dictadura civil de Leguía, por ejemplo, que persiguió a los periodistas opositores encerrándolos o deportándolos y cerró periódicos; con Odría y su Ley de Seguridad Interior; con los militares velasquistas que llegaron al extremo de la confiscación.
Pero con el proceso de corrupción de tantos colegas y la consecuente sistemática demolición de la decencia periodística, el oficio sufrió un durísimo golpe del que se tardará años en recuperarse. Porque el periodismo “chicha” que sembraron Fujimori y Montesinos está vivo todavía y es probable que sea nuevamente usado por el neofujimorismo de Keiko y Kenji. Ya está en los blogs. Pronto lo veremos en los kioscos.
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