Con ocasión de celebrarse el primer aniversario de los trágicos sucesos acontecidos en la ciudad de Bagua (Amazonas) entre nativos indígenas y fuerzas policiales, el Arzobispo Metropolitano de Trujillo y Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, Mons. Miguel Cabrejos Vidarte hizo llegar el siguiente mensaje.
1. Al cumplirse un año de los trágicos sucesos de Bagua, la sociedad continúa lamentando el desenlace violento de un conflicto, consecuencia de la falta de diálogo y entendimiento entre las partes afectadas por el tema de la posesión del territorio amazónico. La lamentable muerte de policías e indígenas nos debe hacer recordar hoy y siempre que la vida humana es un valor supremo que en cualquier circunstancia debe ser protegida y privilegiada. En este contexto, esperamos que los hechos del 5 de junio del 2009 jamás vuelvan a repetirse en nuestro país.
2. Recordamos que el diálogo suscitado después de estos lamentables sucesos posibilitó que dos de los principales decretos legislativos que motivaron la protesta de los pueblos amazónicos ya han sido derogados. Hace pocos días el Congreso de la República aprobó la Ley del derecho a la consulta previa, la cual reconoce el derecho de los pueblos indígenas a ser consultados previamente sobre las medidas legislativas o administrativas que afecten directamente sus derechos colectivos. Ante esta realidad, la Iglesia Católica saluda el camino enmendado por las autoridades e invoca al Poder Ejecutivo a que promulgue esta Ley con la finalidad de evitar nuevos conflictos y construir relaciones de confianza.
3. Por otro lado, me pregunto ¿qué implicancias tuvieron las recomendaciones planteadas por el Grupo Nacional de Coordinación para el Desarrollo de los Pueblos Amazónicos, cuyo trabajo culminó a principios de este año y en el cual participó activamente la Conferencia Episcopal Peruana a través de sus representantes? Afirmo la necesidad perentoria que la Comisión de seguimiento del poder Ejecutivo informe sobre la puesta en marcha de las recomendaciones de dicho Grupo, convocando a las organizaciones indígenas a hacer un seguimiento conjunto. Las autoridades deben entender que los conflictos se gestan, por lo general, a partir de las tareas no asumidas o por la falta de voluntad política para llevarlas a cabo.
4. Considero que es tarea todavía pendiente mirar a la Amazonía no sólo como un concepto, o como una fuente inagotable de recursos, sino como un espacio geográfico donde habitan seres humanos, peruanos, con una cultura propia desde tiempos inmemoriales, los mismos que han aprendido a valorar y proteger este valioso legado que constituye la Amazonía peruana. La Iglesia que desde hace muchos años acompaña a estos pueblos, sigue comprometida con ellos y está dispuesta a seguir trabajando a favor de su desarrollo integral.
5. El orden social y la conjunción de mentes y corazones en objetivos nacionales no se imponen por la fuerza, sino que se alcanzan con la justicia, la inclusión y el diálogo. Quiero expresar una vez más que la paz es el fruto de la justicia, como dice el Salmo 85,11 “El amor y la verdad se encontrarán, la justicia y la paz se abrazarán”; y que el fin de toda actividad humana es y ha de ser siempre el bien integral para todas y cada una de las personas.
1. Al cumplirse un año de los trágicos sucesos de Bagua, la sociedad continúa lamentando el desenlace violento de un conflicto, consecuencia de la falta de diálogo y entendimiento entre las partes afectadas por el tema de la posesión del territorio amazónico. La lamentable muerte de policías e indígenas nos debe hacer recordar hoy y siempre que la vida humana es un valor supremo que en cualquier circunstancia debe ser protegida y privilegiada. En este contexto, esperamos que los hechos del 5 de junio del 2009 jamás vuelvan a repetirse en nuestro país.
2. Recordamos que el diálogo suscitado después de estos lamentables sucesos posibilitó que dos de los principales decretos legislativos que motivaron la protesta de los pueblos amazónicos ya han sido derogados. Hace pocos días el Congreso de la República aprobó la Ley del derecho a la consulta previa, la cual reconoce el derecho de los pueblos indígenas a ser consultados previamente sobre las medidas legislativas o administrativas que afecten directamente sus derechos colectivos. Ante esta realidad, la Iglesia Católica saluda el camino enmendado por las autoridades e invoca al Poder Ejecutivo a que promulgue esta Ley con la finalidad de evitar nuevos conflictos y construir relaciones de confianza.
3. Por otro lado, me pregunto ¿qué implicancias tuvieron las recomendaciones planteadas por el Grupo Nacional de Coordinación para el Desarrollo de los Pueblos Amazónicos, cuyo trabajo culminó a principios de este año y en el cual participó activamente la Conferencia Episcopal Peruana a través de sus representantes? Afirmo la necesidad perentoria que la Comisión de seguimiento del poder Ejecutivo informe sobre la puesta en marcha de las recomendaciones de dicho Grupo, convocando a las organizaciones indígenas a hacer un seguimiento conjunto. Las autoridades deben entender que los conflictos se gestan, por lo general, a partir de las tareas no asumidas o por la falta de voluntad política para llevarlas a cabo.
4. Considero que es tarea todavía pendiente mirar a la Amazonía no sólo como un concepto, o como una fuente inagotable de recursos, sino como un espacio geográfico donde habitan seres humanos, peruanos, con una cultura propia desde tiempos inmemoriales, los mismos que han aprendido a valorar y proteger este valioso legado que constituye la Amazonía peruana. La Iglesia que desde hace muchos años acompaña a estos pueblos, sigue comprometida con ellos y está dispuesta a seguir trabajando a favor de su desarrollo integral.
5. El orden social y la conjunción de mentes y corazones en objetivos nacionales no se imponen por la fuerza, sino que se alcanzan con la justicia, la inclusión y el diálogo. Quiero expresar una vez más que la paz es el fruto de la justicia, como dice el Salmo 85,11 “El amor y la verdad se encontrarán, la justicia y la paz se abrazarán”; y que el fin de toda actividad humana es y ha de ser siempre el bien integral para todas y cada una de las personas.
+ Héctor Miguel Cabrejos Vidarte, OFM
Arzobispo Metropolitano de Trujillo
Arzobispo Metropolitano de Trujillo
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