lunes, 7 de enero de 2019

No al asistencialismo, es mejor morir que mendigar

La razón fundamental es que no se puede atentar contra la dignidad de las personas, propia de la condición humana, que nos permite nuestra independencia, libertad sin afectar nuestra condición moral y ética, por donativos recibidos como si fueran limosnas.

Por: Amaro Rodríguez Santillán

Al iniciarse una nueva gestión en los Gobiernos Regionales y Municipales, es oportuno sugerir considerar en la planificación de políticas sociales para aplicarlas orientadas a mejorar las condiciones de vida de la población en situación de pobreza y extrema pobreza, no incluir en el Plan Anual de Trabajo de las Gerencias de Desarrollo Social, actividades asistencialistas, como regalar dineros públicos en diversas modalidades.

Mucho más rentable a mediano plazo para la población vulnerable, es ofertarles programas que apuntalen al desarrollo de sus capacidades y con la inversión social financien la ejecución de proyectos productivos, sostenibles con miras a ofertar puestos de trabajo rentables para los de extrema pobreza. Definitivamente -en opinión personal- no estamos de acuerdo en implementar programas asistencialistas, buscando un alivio momentáneo de estrecha duración.

La razón fundamental es que no se puede atentar contra la dignidad de las personas, propia de la condición humana, que nos permite nuestra independencia, libertad sin afectar nuestra condición moral y ética, por donativos recibidos como si fueran limosnas. En el capítulo 40, inciso 28 del libro de Sirácides, contenido en la Biblia dice textualmente: “Hijo mío trata de no vivir mendigando, es mejor morir que mendigar”.

Es la expresión de un mandato bíblico con más de dos mil años de antigüedad, que se mantiene vigente en sus alcances, porque busca preservar la dignidad humana, no puede venderse la dignidad de una persona por un plato de lentejas. El trabajo es mandato divino contenido en la Biblia: “comerás el pan con el sudor de tu rostro”, y tiene que ver con la condición humana, según la filosofía del existencialismo de Sartre que ve a la condición humana muy frágil.

En tanto el filósofo Arent asegura que el hombre es un ser condicionado que permanentemente va cambiando. Hay necesidad de dar relevancia a la dignidad humana con el ejercicio de nuestras libertades, nuestra moral y ética, porque según filósofos el hombre está privilegiado en el cosmos dentro de espacios temporales, independientes, eco-dependientes en extensas redes de dependencia mutua, como agentes morales sin perder nuestra dignidad humana.

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