Aquellos que dieron casi toda su vida en la formación de las actuales generaciones, no figuran ni en el más mínimo acápite para mejorar sus remuneraciones. Ellos son los marginados perpetuos. Quedan en los últimos escaños económicos, una vez más, por la falta de criterio de quienes nos gobiernan.
Por: Freddy Gálvez Delgado
Hace unos cuantos días, una halagadora noticia alegró el espíritu de los, siempre económicamente relegados, profesores del país. El ministro del ramo anunció elevar la remuneración mensual en porcentajes equivalentes, en algunos casos, a casi el doscientos por ciento de lo que ganaban. Están considerados dentro de ese beneficio, sin excepción, los docentes pertenecientes a los cinco niveles
Parece una utopía, pero se trata de la declaración de un representante oficial, aunque algunos le otorgan el epígrafe de pronunciamiento demagógico. La idea fundamental es, sin lugar a dudas, estimularlos para enrumbarse en la promocionada Ley de Carrera Pública Magisterial. Sinceramente nos satisface la determinación, pues servirá para solucionar el álgido problema financiero que afrontan a diario las familias del profesorado.
Sin embargo, lamentamos que las altas esferas gubernamentales, con ministros, congresistas, asesores y todo, hayan dejado de lado a los maestros cesantes y jubilados. Aquellos que dieron casi toda su vida en la formación de las actuales generaciones, no figuran ni en el más mínimo acápite para mejorar sus remuneraciones. Ellos son los marginados perpetuos. Quedan en los últimos escaños económicos, una vez más, por la falta de criterio de quienes nos gobiernan.
Ocurrió en la administración anterior en que el presidente convocaba al periodismo y ganaba fácilmente primeras planas anunciando incremento de haberes a los educadores. Incluso terminó diciendo, y es posible que ahora lo utilice como plataforma política, que los favoreció en varias oportunidades. Pero cometió el condenable desatino, como sucede ahora, de hacerlo sólo para los activos. Es decir a los que actualmente están en las aulas. No a quienes concluyeron su labor con el orgullo de haber servido a la patria.
Porque una vez que el docente deja el plantel para siempre, sólo le queda como único consuelo encontrarse con sus alumnos y recibir el saludo agradecido. Nada más. Maestros somos todos. Dejamos de enseñar sólo por las circunstancias propias del ejercicio profesional o el tiempo de servicios. La abismal diferencia con los activos será, como siempre, el sueldo establecido por el gobierno democrático que tenemos. Elegido por nosotros, para favorecer sólo a unos cuantos.
Señor presidente. Su señora madre es docente jubilada. Pero no sufre penuria alguna por ser la progenitora del primer mandatario: No necesita dinero. ¡Enhorabuena…! Sólo le pedimos que piense y considere a esos miles de antiguos maestros de carrera, eternamente olvidados. Aquellos que se desgarran a diario por subsistir y cuya única riqueza son sus enfermedades, sus arrugas y sus canas…
Por: Freddy Gálvez Delgado
Hace unos cuantos días, una halagadora noticia alegró el espíritu de los, siempre económicamente relegados, profesores del país. El ministro del ramo anunció elevar la remuneración mensual en porcentajes equivalentes, en algunos casos, a casi el doscientos por ciento de lo que ganaban. Están considerados dentro de ese beneficio, sin excepción, los docentes pertenecientes a los cinco niveles
Parece una utopía, pero se trata de la declaración de un representante oficial, aunque algunos le otorgan el epígrafe de pronunciamiento demagógico. La idea fundamental es, sin lugar a dudas, estimularlos para enrumbarse en la promocionada Ley de Carrera Pública Magisterial. Sinceramente nos satisface la determinación, pues servirá para solucionar el álgido problema financiero que afrontan a diario las familias del profesorado.
Sin embargo, lamentamos que las altas esferas gubernamentales, con ministros, congresistas, asesores y todo, hayan dejado de lado a los maestros cesantes y jubilados. Aquellos que dieron casi toda su vida en la formación de las actuales generaciones, no figuran ni en el más mínimo acápite para mejorar sus remuneraciones. Ellos son los marginados perpetuos. Quedan en los últimos escaños económicos, una vez más, por la falta de criterio de quienes nos gobiernan.
Ocurrió en la administración anterior en que el presidente convocaba al periodismo y ganaba fácilmente primeras planas anunciando incremento de haberes a los educadores. Incluso terminó diciendo, y es posible que ahora lo utilice como plataforma política, que los favoreció en varias oportunidades. Pero cometió el condenable desatino, como sucede ahora, de hacerlo sólo para los activos. Es decir a los que actualmente están en las aulas. No a quienes concluyeron su labor con el orgullo de haber servido a la patria.
Porque una vez que el docente deja el plantel para siempre, sólo le queda como único consuelo encontrarse con sus alumnos y recibir el saludo agradecido. Nada más. Maestros somos todos. Dejamos de enseñar sólo por las circunstancias propias del ejercicio profesional o el tiempo de servicios. La abismal diferencia con los activos será, como siempre, el sueldo establecido por el gobierno democrático que tenemos. Elegido por nosotros, para favorecer sólo a unos cuantos.
Señor presidente. Su señora madre es docente jubilada. Pero no sufre penuria alguna por ser la progenitora del primer mandatario: No necesita dinero. ¡Enhorabuena…! Sólo le pedimos que piense y considere a esos miles de antiguos maestros de carrera, eternamente olvidados. Aquellos que se desgarran a diario por subsistir y cuya única riqueza son sus enfermedades, sus arrugas y sus canas…
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