jueves, 14 de marzo de 2013

IN MEMORIAM A VÍCTOR RODRÍGUEZ SÁNCHEZ: “HAY UNA LUZ QUE NUNCA SE APAGARÁ”

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Usurparé una frase del escritor franco-estadounidense Jack Kerouac, tomada de su libro “Visiones de Cody” y que no deja de sobrecogerme: “¿Qué decirle al amigo, ante la cara de los amigos, cuando es la hora melancólica de hacer maletas y de inclinarse antes de partir?... ¡Pobres corazones humanos, latiendo en todas partes!

Por: Nivardo Córdova Salinas

Acaba de fallecer en Trujillo el activista cultural, promotor del movimiento “subterráneo” a fines de la década del 80, artista plástico, melómano, fotógrafo, cinéfilo, comunicador social, editor y, sobre todo, hombre de bien, Víctor Rodríguez Sánchez, “Vitucho” (6 de marzo de 1970 – 26 de enero 2013). Una obra cultural y humana realizada silencio y fecunda, más allá de los estereotipos, su trayectoria vital estuvo signada por la búsqueda de un ideal estético y personal, pues en los últimos años de su existencia vivió con la idea de que alcanzar la felicidad era el proyecto más ambicioso y definitivo que podía emprender un ser humano.

Al escribir estas líneas no puedo dejar de evocar su barrio de infancia y juventud: la calle José Sabogal, en la urbanización Palermo, lugar donde Vitucho comenzó a forjar sus sueños, y que fue el escenario de uno de sus primeros proyectos colectivos: el movimiento “subterráneo” trujillano, corriente cultural y musical que enarboló la independencia y autenticidad, al margen del agónico circuito comercial y oficial citadino, en busca de una conciencia y expresión artística propias. Una de las publicaciones emblemáticas de la movida trujillana fue el fanzine (revista artesanal) “Creyentes”. 

Vitucho estudió primaria en el colegio Enrique de Guimaraes y la secundaria en el centenario Colegio Nacional San Juan. Además culminó la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Antenor Orrego. Debo señalar que Vitucho no hubiera estado de acuerdo en que resalte su faceta de “activista del rock subterráneo”, pues aquel fue solamente un paso más en su vida. Incluso, al recopilar datos para este artículo in memoriam, uno de sus hermanos, Luis Rodríguez Sánchez, me escribió.

En la misiva me decía lo siguiente: “Recibí el mensaje colectivo que enviaste. Estamos ya un poco reconfortados frente a la temprana partida de mi hermano Vitucho. He visto, asimismo, tu interés en ¿escribir un testimonio? Sin embargo debo advertir que, si piensas hacer ese trabajo, no sólo evoques su faceta rockeril y promotor de la "movida subterránea" -que sí, fue cierta-, sino que resaltes su reciente faceta de hombre de bien en todo sentido del término. Efectivamente, mi hermano -y aquí te doy la primicia- cambió desde hace años sus "hábitos subterráneos" para descubrirse a sí mismo, y ser mensajero y guerrero espiritual.

Su búsqueda de Dios le permitió abrir nuevas perspectivas de amistad, trabajo, salud, y lo que más me sorprendió, particularmente, fue su expansión de conciencia y deslumbrante generosidad frente a este, nuevo, estilo de vida que él mismo decidió asumir. Tú decides ser feliz, (y todas las repercusiones que genera en uno mismo) creo que debió ser su eslogan personal. Mas, nunca lo dijo; tan solo lo puso en práctica...”. Me asombra pensar que muchos jóvenes de hoy han trastocado el verdadero ideal de la existencia por una vida frívola y sin horizonte -con honrosas excepciones, por cierto- y veo con nitidez el esfuerzo que significó para Vitucho construir un movimiento de cultura.

Junto con otros poetas y artistas miembros de su generación, sobre todo nadando contra la corriente, al margen de la agenda del INC y creando espacios culturales alternativos, más allá del Teatro Municipal. Lo hizo. Sería muy pesado enumerar a artistas y grupos musicales que, alentados por Vitucho, dieron forma a un movimiento histórico -pero, repito: no oficial- en esta ciudad. Quizás, podemos afirmar que Vitucho tuvo un gran cariño por Trujillo, y que la trujillaniedad que ostentaba no solo radica en el festival de la primavera o el concurso nacional de marinera.

Uno de sus compañeros de generación, el poeta Alberto Robles López, escribió esta memoria de Vitucho desde  Annandale, Virginia, Estados Unidos, la cual reproduzco in extenso por ser de interés y por dar un perfil muy certero: “Lo conocí un 22 julio de 1989, era sábado. El poeta suburbano “Chino Paco” Naito me lo presentó en el concierto de Voz Propia. La presentación fue simple, el Chino me dijo: “si quieres música él es la persona con la que debes hablar, él es Vitucho, Vitucho 1 ya que hay otro Vitucho por ahí también”. 

Después de esa breve presentación lo volví a ver esporádicamente en los conciertos subtes hasta finales del 91. A partir del 92 nos frecuentábamos más seguido, pasamos horas escuchando música y dialogando sobre los grupos, arte, literatura, etc. Su vasto conocimiento musical me abrió las puertas a nuevos grupos, de los cuales no sabía de su existencia. Solíamos reunirnos en su habitación donde con los amigos escuchábamos música y al verme interesado por alguna banda Vitucho solía prestarme un cassette del grupo y siempre iba acompañado con un papel en el que había la letra de una de las canciones, a veces traducidas al español a puño y letra. 

Siempre sabía una historia sobre los integrantes de las bandas musicales o sobre el álbum del grupo. Una de las cosas que más recuerdo de Vitucho es que siempre sonreía y siempre estaba atento con su familia. Él se levantaba temprano y hacia los mandados en su casa, iba al mercado, pagaba los recibos. Cuando los padres de los amigos estaban enfermos o algo así, y él se enteraba siempre preguntaba como seguían. Todos los padres de nuestros amigos siempre lo aceptaban, era su espíritu alegre que irradiaba. 

Los últimos 5 años de su vida la paso trabajando en la pintura, pintor de brocha gorda, pero según Miguel Ángel, el vocalista de Voz Propia, una vez se refirió a Vitucho como colorista, no pintor de brocha gorda, ya que Vitucho, explicaba el significado de los colores y la influencia que traería en el ambiente. Cuando se enteraba de que iba a Perú siempre me preguntaba si podía llevarle algo relacionado con la pintura, varias veces le llevaba revistas, lentes protectores y un abanico de más de mil colores el cual me dijo que eso fue lo mejor que ha recibido sobre la pintura. 

Me comentaba que iba a talleres y seminarios relacionados sobre pintura, él era un asiduo concurrente a talleres de la tienda Maestro. Su espíritu de desarrollo profesional y personal era admirable así como la pulcritud del trabajo. Siempre tomaba fotos de lo que hacía y le daba una foto a los que lo emplearon…una vez fui a su casa en una de mis visitas y lo vi lavando sus utensilios de pintura, los dejaba tan limpios que parecían nuevos…siempre fue así: pulcro. También en esos 5 años se dedicó al estudio de la Biblia, dos veces por semana, los martes y jueves. 

Su vida era trabajar, leer la Biblia, música y pasear a su fiel compañero el perro de su hermana Verónica, el perro se llama Benito. Vitucho siempre salía con Benito, se iban a la huaca y a veces Vitucho regresaba solo y después de horas llegaba Benito. Ahora su fiel compañero Benito está sufriendo y esperando el clásico silbido que siempre daba Vitucho...”. Palabras que pintan de cuerpo entero a Vitucho. El poeta, músico y videasta César Tincopa Mejía, acota lo siguiente: “Yo te puedo decir que Vitucho fue uno de los fundadores de la movida subte acá en Trujillo y gran impulsor de la misma, amigo inseparable, irreverente, crítico. Siempre estará en nuestros corazones”.    

Otro de sus compañeros generacionales, José Rodríguez Alfaro, escribió esto: "Compartí con él a inicios de los 90's, las inquietudes que nos unió a los subterráneos de esa época. Recordaré siempre su afabilidad y la de toda su familia, quienes nos atendían con los brazos abiertos. Cosa no muy común, dado nuestra postura contra corriente. En él además apreciaba su pulcritud, orden y responsabilidad que brillaban dentro del mundo underground de Trujillo. Ha pasado tanto tiempo, pero su muerte repentina me ha hecho retroceder a una época, que en este momento para mí, parece que hubiera sido ayer. Que en paz descanses y de Dios goces amigo."

Su hermano, Luis Rodríguez, completa esta semblanza con un testimonio no exento de amor: “Vitucho representó, personalmente, un soporte moral y afectivo. Amén de los gustos musicales comunes (compartíamos, juntos, mis hallazgos sonoros), eran invalorables sus consejos y recomendaciones en el orden de las actividades diarias, llámese hogar, trabajo, universidad, entre otros. Su crítica a las variantes postmodernas de la sociedad y la cultura eran materia de debates comunes: música, rock, massmedia, imperio audiovisual, cine, etc., eran párvulo para sesiones de diálogos irónicos y analíticos, entre él y yo. Responsabilidad para sus tareas y obras. 

Generosidad y decencia en su compromiso de trabajo (era muy meticuloso en sus labores). Un amigo de palabra, noble y respetuoso, en el buen sentido del término.  Lector, viajero; amante de la naturaleza, el mar y el campo en su más absoluta esencia. Y, asimismo, amigo de la Palabra de Dios (desde hace unos años atrás estuvo asistiendo a la congregación de los Hermanos Testigos de Jehová), con amigos y familiares nuestros”. ¿Qué puedo agregar a este derroche de cariño y afecto? 

Estoy seguro de que si Vitucho leyera esta nota me diría con su espíritu festivo: “Tranquilízece, doctor, no lo tome tan en serio. No soy el único que merece un reportaje”. Usurparé una frase del escritor franco-estadounidense Jack Kerouac, tomada de su libro “Visiones de Cody” y que no deja de sobrecogerme: “¿Qué decirle al amigo, ante la cara de los amigos, cuando es la hora melancólica de hacer maletas y de inclinarse antes de partir?... ¡Pobres corazones humanos, latiendo en todas partes!

1 comentario:

Nivardo Vasni Córdova Salinas dijo...

Mi estimado colega Pepe Alayo Chinchayán, director de Trujillo 2020:
Gracias por la publicación de este homenaje al artista Víctor Rodríguez.
Por la emoción, se me fueron dos errores: la calle donde vivió el poeta en la Urb. Palermo (Trujillo) no es Sabogal sino José Santos Chocano.
El apellido materno del poeta Beto Robles es Linares.
Quedo a tus órdenes
Nivardo Córdova Salinas
Periodista

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