En pequeñas canoas surcando restingas para cortar camino entre las aguas y transportar sus productos bordeando ríos más caudalosos hasta llegar a los pequeños puertos en las riberas del río que de accesos a pueblos y ciudades donde puedan comercializar el producto de su pesca, llevando también la carne de monte y otros productos agrícolas.
Por: Amaro Rodríguez Santillán
En la selva peruana los niños y las mujeres más humildes y pobres en sus recursos económicos, con gran honradez y esforzado trabajo, surcan con los remos de sus brazos, los días aciagos que perturban alcanzar el sustento diario, en diametral oposición a los niños bien y mujeres adornadas y hasta insatisfechas, por no disponer de mayor recursos que los realce y despierte la envidia de otras, en similar pretensión de lucir opulencia.
En pequeñas canoas surcando restingas para cortar camino entre las aguas y transportar sus productos bordeando ríos más caudalosos hasta llegar a los pequeños puertos en las riberas del río que de accesos a pueblos y ciudades donde puedan comercializar el producto de su pesca, llevando también la carne de monte y otros productos agrícolas.
Se observa a niños y adolescentes cargar pesados bultos con gran desgaste de energía, en dirección de los mercados donde se comercializa los productos de la caza, de la pesca y sobre todo las exóticas frutas, no faltando el aguaje, taperiba, papaya, mamey, cocona, camu camu, humarí, caimito, chambira y pijuayo entre otras.
Son los niños y las mujeres de la amazonia peruana, los que llenan de orgullo a la familia amazónica, al convertirse en ejemplo del reverso positivo para los hijos y mujeres indolentes a causa del trabajo mercenario de muchas familias, en especial de la costa acostumbrados al lucro fácil, no importándoles que se asocie con la corrupción, que tiene empobrecido a nuestra patria.
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