Los países adoptarán mayores políticas proteccionistas ante un shock comercial de proporciones históricas. “Se debe visualizar la actual pandemia como una guerra mundial 2.0, un ‘conflicto sin balas pero global’ cuyo efecto será de proporciones históricas”, señaló Paolo Giordano.
La economía post Covid-19 tendría como característica la aceleración del proceso de desglobalización que, se inició luego de la crisis financiera internacional del 2008 y se agudizó con la guerra comercial entre EE.UU. y China, señaló el economista principal del sector de integración y comercio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Paolo Giordano. Durante su presentación en el foro ‘Nuevo entorno para el comercio exterior peruano’, organizado por la Asociación de Exportadores (ADEX) en el marco de su 47° aniversario, comentó que la desglobalización no significa el fin de la globalización, de ninguna manera, sino, mayor competencia para nuevas oportunidades.
“Se debe visualizar la actual pandemia como una guerra mundial 2.0, un ‘conflicto sin balas pero global’ cuyo efecto será de proporciones históricas. Después del 2008 las economías empezaron a 'recentrarse' sobre los territorios nacionales y en los últimos años visualizamos cómo las cadenas internacionales se replegaron sobre terreno doméstico. La globalización tal y como la conocíamos ha llegado su fin”, indicó. Con el concepto –subrayó– de establecer límites de seguridad nacional, EE.UU. y China adoptaron políticas de proteccionismo comercial escondiendo en el fondo una pugna por el predominio de la tecnología de las próximas décadas.
Estas medidas se evidenciaron con la priorización del mercado local para la comercialización de instrumentos médicos y bienes esenciales. En opinión del embajador y director de la Academia Diplomática del Perú, Allan Wagner Tizón, existe una tendencia a que los países se retrotraigan y empiecen a cerrarse en sí mismos, por razones políticas o una desconfianza hacia los proveedores de bienes esenciales. “Vemos el caso del conflicto entre EE.UU. y China, o de Reino Unido que retiró la autorización a Huawei para la implementación de la red 5G”, dijo.
También se observa –continuó– el retorno de capitales invertidos en China a sus naciones de origen. Se produce una serie de movimientos en las inversiones que originarán un cambio en las cadenas de valor, presentándose nuevos escenarios en el comercio mundial, aseveró. A su turno, el internacionalista Farid Kahhat sostuvo que, si bien la pandemia es la principal causa de la crisis económica, no es la única. “Durante la gran depresión, las principales economías del mundo apelaron al proteccionismo comercial a fin de salir de la crisis, pero no fueron medidas que duraron mucho tiempo”, acotó.
Añadió que no se puede comparar el actual enfrentamiento comercial entre EE.UU. y China con la guerra fría de los años 80, pues entre ambos países hay un alto nivel de cooperación económica, inversiones y negocios que dependen de ambas economías. No importa cuánta animadversión exista entre los dos, la interdependencia es tan amplia que sus diferencias las mantienen dentro de límites y se desarrollan bajo un marco institucional. Paolo Giordano consideró fundamental el trabajo entre los distintos gobiernos de la región y el sector privado para implementar programas de inversión en activos estratégicos.
Para ello, se debe priorizar la creación de ecosistemas de economías de conocimiento y la promoción de exportaciones de productos de última generación. Resaltó la necesidad de establecer estrategias de atracción, retención y facilitación de las inversiones, además de orientar esfuerzos hacia la digitalización de los negocios internacionales y lograr nuevas alianzas entre mercados. “La integración regional juega un rol fundamental para lograr el éxito del comercio exterior. Enfrentamos cambios no solo en el régimen económico, sino también en el geopolítico”, manifestó.
Entre las medidas a implementar, mencionó la conformación de una Ventanilla Única de Comercio Exterior (VUCE) inteligente e interoperable entre países, sistemas de comunidades portuarias inteligentes, industrias sincronizadas, modernización aduanera y una gestión coordinada de las fronteras.
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