lunes, 29 de junio de 2009

SAN JUAN: ¡UN DESFILE AL BORDE DE LAS LÁGRIMAS…!

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Un grupo de ellos nos reunimos, luego de cuarenta y ocho años, para desfilar el domingo en la plaza de armas de la ciudad, con motivo del homenaje semanal a la Patria. A los acordes de una banda mixta, de alumnos y exalumnos, conformada por más de cien integrantes volvimos a marchar como cuando éramos jóvenes.

Por: Freddy Gálvez Delgado

Definitivamente, no hay etapa de la vida más linda que la época escolar aquella de levantarse temprano, ir al colegio, estar con los amigos, hacer casi libremente mil y una diabluras y recibir la propina de los padres. La única obligación, y la más dura a la vez, era enfrentar las tareas escolares, aprobar los cursos y ascender al año superior. En el salón de clases uno aprende a estimar a los profesores, familiarizarse con algunos cursos y compartir las graciosas ocurrencias de los compañeros.

Como olvidar los “motazos” que llovían sobre la pizarra cuando el sacerdote que nos enseñaba religión, que era muy severo, nos daba la espalda para escribir algo. O al profesor de inglés que recorría las carpetas y tomando de los pelos a un compañero le daba vuelta a su cabeza por haberse “portado mal”. No se queda atrás el jurado, integrado por tres oficiales del ejército, que llegaba cada fin de año para tomar el examen oral, con balotario en mano, de instrucción pre-militar.

Los estudiantes secundarios vestíamos el uniforme comando de color beige, con galones que representaban el año de estudios y cristina, que deberían lucir siempre impecables. Todos esos momentos juveniles me correspondió vivirlos en las cálidas aulas del centenario Colegio Nacional de San Juan de Trujillo, que el 24 de junio pasado celebró su aniversario. Ocurrió en el tiempo que el plantel canario había sido incorporado a la Gran Unidad Escolar, ubicada en la plazuela Grau, en la salida al sur, que había sido recientemente fundada.

En 1959 se dispuso que el plantel volviera a su antiguo local de la sexta cuadra del jirón Independencia y quienes vivíamos en el sector norte de la ciudad, regresamos con él. Por esa razón la promoción de ese año se llamó Retorno. Cursábamos el cuarto año y nos correspondió recibir las clases en el alma mater durante los dos últimos años. Nuestra promoción 1961 es “Augusto García Llerena”, en homenaje a uno de nuestros profesores más queridos.

Un grupo de ellos nos reunimos, luego de cuarenta y ocho años, para desfilar el domingo en la plaza de armas de la ciudad, con motivo del homenaje semanal a la Patria. A los acordes de una banda mixta, de alumnos y exalumnos, conformada por más de cien integrantes volvimos a marchar como cuando éramos jóvenes. Mucha gente a ambos lados de la pista del desfile, aplausos, vivas y algunos gritos aislados, en el mismo lugar de hace más cuatro décadas. Fue como regresar en el tiempo.

Un amigo de profesión, que perennizaba el instante con una filmadora, llegó a pedirme que sonría. Pero, ¿Se puede sonreír cuando evocas mil recuerdos, tienes el corazón henchido de emoción y te esfuerzas por contener las lágrimas…?

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