QUERIDO PEPE: ¡ENTONCES, ESTÁS BENDECIDO…!

El acto de condecoración, como él mismo confesó, lo obligó a romper una tradición que se impuso desde la primera vez que asumió la alcaldía de la Municipalidad Provincial de Trujillo. Contra lo dispuesto en el protocolo, nunca aceptó portar la banda que se ciñe a las autoridades ediles y regionales. Sólo recibió la medalla.

Por: Freddy Gálvez Delgado

Asistimos el sábado último al reconocimiento otorgado por el gobierno a, tal vez, el personaje más emblemático de la región La Libertad en las tres últimas décadas: José Humberto Murgia Zannier. El estado peruano le entregó, en un acto multitudinario, la Orden al Mérito por Servicios Distinguidos en el grado de Gran Cruz. La ceremonia congregó a las autoridades políticas militares, religiosas y un público fervoroso que, por momentos, gritó repetidamente su nombre.

Fue el merecido homenaje a quien, en todos los frentes, incluyendo el privado, puso de manifiesto su proyección de servicio a la comunidad sin el más mínimo interés personal. El acto de condecoración, como él mismo confesó, lo obligó a romper una tradición que se impuso desde la primera vez que asumió la alcaldía de la Municipalidad Provincial de Trujillo. Contra lo dispuesto en el protocolo, nunca aceptó portar la banda que se ciñe a las autoridades ediles y regionales. Sólo recibió la medalla.

Era suficiente. Según él, la banda cruzada que se coloca en el pecho corresponde únicamente al Presidente de la República. Clara demostración de esa sencillez y humildad que lo marca e identifica a través de toda su vida. Un valor muy pocas veces cultivado por el común de las personas y heredado de sus padres que le enseñaron a tener devoción por el trabajo y el respeto a los demás, según declaraciones personales. Otra de las revelaciones de su discurso de agradecimiento fue en alusión a alguien que le preguntó sobre el secreto para salir reelegido tantas veces.

-- Les voy a decir una gran verdad. Todo salió de la nada. Estoy seguro que si me lo hubiera propuesto, no lo hubiera conseguido…

Expresiones que resumen su espíritu de modestia al máximo. Sin embargo, lo más resaltante vino al final de su intervención. Cuando expresó que la vida lo puso en este camino y con la ayuda de su familia encontró el gusto al servicio.

-- Lo comprobé cuando vi la sonrisa del poblador que reclama por algo que necesita y constata que su problema ha sido resuelto.

Enseguida, sin dejar de ocultar su emoción, sentenció: Servir es una bendición y si el servicio se hace en forma compartida, es una doble bendición…Son tus propias palabras. No añadimos, ni suprimimos nada. Y, si es así, no nos queda más que agregar: Querido Pepe: ¡Entonces, tú estás bendecido…!

“El que no vive para servir, no sirve para vivir…” (Madre Teresa de Calcuta)