La planta empezó produciendo 6 quesos a la semana, hoy procesa alrededor 300 litros de leche y produce 40 moldes de queso de 1 kilo todos los días. Los hermanos García Villegas se han tomado en serio el negocio: su trabajo es meticuloso. El producto final es de gran calidad, lo que les ha valido ganar el primer puesto de experiencias exitosas.
Emprender y arriesgar pueden significar un cambio trascendental en la vida las personas, incluso de toda una comunidad. En el caserío César Vallejo, distrito de Agallpampa, provincia de Otuzco, los hermanos García Villegas han hecho realidad un emprendimiento de producción y comercialización de quesos y otros derivados lácteos que está generando trabajo para muchas familias. A casi 3,200 metros sobre el nivel del mar está ubicada la planta de procesamiento de leche denominado Centro de Innovación de Productores Ecológicos Naturales – CIPEN, marca hecha realidad por estos emprendedores liberteños e impulsada por FONCODES a través del proyecto Haku Wiñay.
La planta empezó produciendo 6 quesos a la semana, hoy procesa alrededor 300 litros de leche y produce 40 moldes de queso de 1 kilo todos los días. Los hermanos García Villegas se han tomado en serio el negocio: su trabajo es meticuloso. El producto final es de gran calidad, lo que les ha valido ganar el primer puesto de experiencias exitosas del proyecto Haku Wiñay. “Producimos queso fresco, maduro, tipo suizo. También manjar blanco y yogurt frutado. Nuestros productos son cien por ciento natural”, refiere César García Villegas, uno de los socios del emprendimiento.
Pese a que en época de invierno en la sierra los pastos escasean y merma la producción de leche, esto no es impedimento ni baja el ánimo de los hermanos García Villegas, quienes recolectan más de 300 litros de leche al día de los pequeños productores usuarios del proyecto Haku Wiñay. “FONCODES apoyó el impulso de esta planta quesera. Con un perfil de negocios ellos ganaron el concurso de emprendimientos y lograron un financiamiento de 7,500 soles, de los cuales 4,500 usaron en equipos e insumos y 3,000 para la asistencia técnica”, manifiesta Hander Moreno, coordinador técnico del Núcleo Ejecutor Central (NEC) de Agallpampa.
El proceso empieza con el acopio de la leche. En un inicio, la leche era traída a la planta de procesamiento en acémilas, en moto, incluso sobre las espaldas de los campesinos. Pero ahora, este emprendimiento los recoge en un vehículo propio, de modo que la leche tiene menor tiempo de exposición al sol y el polvo. Llega más fresca al centro de procesamiento y alivia al productor el esfuerzo de traerlo por su propia cuenta, como hacía, hasta hace poco, doña Fausta Valdiviezo Floriano, quien en promedio le vende a la planta 18 litros cada día.
Cada porongo con leche suministrado por los proveedores es sometido a pruebas de calidad. Por ejemplo, se mide su densidad (que detecta si fue adulterada con agua) y su grado de acidez. Si está en óptimas condiciones, pasa a la sala de pasteurización para la elaboración de los quesos. Este grupo de interés paga 1 sol por cada litro de leche. Tienen alrededor de 30 proveedores, a quienes les retribuye semanalmente. La presencia del negocio en esta comunidad liberteña ha dinamizado la economía local y ha generado sinergias que fortalecen la vocación productiva de sus habitantes.
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