En estos momentos con cabeza fría debemos velar por la vigencia de la democracia en el Perú y en la medida de conocerse nuevos implicados en la mega corrupción, se debe optar por separar a todos los comprometidos y en caso de resistencia, de parte del legislativo, no queda otra opción que cerrar el congreso y convocar a nuevas elecciones.
Por: Amaro Rodríguez Santillán
La erradicación de los corruptos conformado por altas autoridades coludidas con políticos criollos, quienes como poderosa mega banda delincuencial se apropian del dinero público y hasta recibiendo dinero del narcotráfico. Esta realidad nos generó una vergonzosa imagen en el escenario internacional, por lo que de inmediato debemos iniciar su reversión en forma sistémica, sin incitar apresuradamente a un golpe de Estado por parte de nuestras fuerzas armadas, que tienen obligaciones muy puntuales con la patria.
Nuestro sistema democrático no debe interrumpirse por autoridades inmersas en delitos, que ya no deben continuar en las filas de los servidores públicos, si alguna vez con la conciencia limpia decidieron ser verdaderos servidores del pueblo que trabaja y produce, para pagarles jugosas remuneraciones. En estos momentos con la cabeza fría debemos velar por la vigencia de la democracia en el Perú y en la medida de conocerse nuevos implicados en la mega corrupción, se debe optar por separar a todos los comprometidos y en caso de resistencia de parte del Congreso Nacional, no queda otra opción que cerrar el congreso y convocar a nuevas elecciones.
Indudablemente todas las nuevas autoridades que asuman funciones públicas, incluidas las electas mediante el voto democrático, no serán probas, menos santos, pero la voluntad y clamor del pueblo peruano, es la exigencia de obligar a todos los comprometidos dar un paso al costado para acelerar la identificación de los verdaderos responsables. Somos conscientes que en estos momentos estamos salpicando con lodo corrupto a todas las autoridades de los poderes públicos.
Sin embargo, como es natural, también tenemos que reconocer que hay magistrados y políticos, que por su calidad moral merecen el respeto del pueblo peruano y deben ser ellos los que los que lideren el trabajo de separar la paja del trigo y no sean inocentes víctimas de la vendetta popular. A estas alturas se podrá recurrir a la colaboración eficaz de los implicados para reducir sus sanciones, pero el interés nacional nos exige un trabajo sin estímulos de venganza, ir recomponiendo nuestras instituciones tutelares dentro de un marco democrático.
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