Compartiendo momentos de esparcimiento, el fulbito nos hizo estar muchas veces frente a frente. Como supuesto delantero que era, tenía que enfrentarme a su férrea marcación. Ahora, luego de varios almanaques arrojados al tacho de basura y con las huellas que deja el tiempo sobre el rostro, volvimos a estar juntos.
Por: Freddy Gálvez Delgado
Es una mañana cualquiera de diciembre. Me disponía a cruzar la calzada en la esquina de los jirones Junín y San Martín cuando sorpresivamente me encontré con el “Pecoso” Hidalgo. Se trata de un añorado compañero de mil jornadas en el diario La Industria de Trujillo, Cada uno en su respectivo puesto. Quien escribe, en la plana de redacción del vicedecano de la prensa nacional y mi amigo, en los complicados ajetreos del diseño y fotomontaje de las páginas del periódico.
Muchos años transcurrieron esforzándonos al máximo, con los demás trabajadores, para ubicar a La Industria en un lugar expectante de la prensa nacional. Eran otras épocas. Compartiendo momentos de esparcimiento, el fulbito nos hizo estar muchas veces frente a frente. Como supuesto delantero que era, tenía que enfrentarme a su férrea marcación. Ahora, luego de varios almanaques arrojados al tacho de basura y con las huellas que deja el tiempo sobre el rostro, volvimos a estar juntos.
-- Freddy, me dijo, siempre te leo. Pero nunca escribes nada acerca del FONAVI (Fondo Nacional de Vivienda, ya desaparecido y reclamado al gobierno para la devolución del dinero aportado)
-- Mira Pecoso, le expliqué, resulta que yo estoy tan confundido como tú y, posiblemente, como la mayoría de trabajadores que sufrieron el descuento por planillas de ese fondo.
En la oficina que funciona en la cuadra tres de Orbegoso dicen que ellos son los verdaderos. Te inscriben con veintiséis soles debiendo reintegrar los meses que no se pagó. La otra dependencia de la cuadra seis de Independencia, frente al antiguo colegio San Juan, cobra diez soles y te enseña documentos que hacen suponer que todo está en regla. Por último, hace tres meses se dijo que la inscripción debía efectuarse en la oficina de la gobernación, situada en la cuadra cuatro de San Martín.
Basta dar a conocer el código personal obtenido en el internet y llenar una ficha. No se paga nada. De otro lado, se sabe que en otros lugares del país, el registro se efectúa en los municipios, pero en el concejo provincial local, nadie sabe nada y menos informa al respecto. Algunos especulan que quienes se registran en la gobernación quedarán eliminados de todo beneficio por disposición de las altas esferas del gobierno. No hay a quien creer. Esa es la desconcertante realidad que se vive en nuestra ciudad y a nivel nacional en torno al FONAVI.
Total desinformación y no saber a donde acudir. Da la impresión que el gobierno se aprovecha de esta incertidumbre para extender los plazos y obviar cualquier sistema de resarcir el dinero que se les descontó a los trabajadores. Las dudas del Pecoso Hidalgo y las mías, son las mismas de los miles de servidores públicos y privados que sólo piden que se les devuelva el dinero que aportaron. Y estamos en todo nuestro derecho…
Es una mañana cualquiera de diciembre. Me disponía a cruzar la calzada en la esquina de los jirones Junín y San Martín cuando sorpresivamente me encontré con el “Pecoso” Hidalgo. Se trata de un añorado compañero de mil jornadas en el diario La Industria de Trujillo, Cada uno en su respectivo puesto. Quien escribe, en la plana de redacción del vicedecano de la prensa nacional y mi amigo, en los complicados ajetreos del diseño y fotomontaje de las páginas del periódico.
Muchos años transcurrieron esforzándonos al máximo, con los demás trabajadores, para ubicar a La Industria en un lugar expectante de la prensa nacional. Eran otras épocas. Compartiendo momentos de esparcimiento, el fulbito nos hizo estar muchas veces frente a frente. Como supuesto delantero que era, tenía que enfrentarme a su férrea marcación. Ahora, luego de varios almanaques arrojados al tacho de basura y con las huellas que deja el tiempo sobre el rostro, volvimos a estar juntos.
-- Freddy, me dijo, siempre te leo. Pero nunca escribes nada acerca del FONAVI (Fondo Nacional de Vivienda, ya desaparecido y reclamado al gobierno para la devolución del dinero aportado)
-- Mira Pecoso, le expliqué, resulta que yo estoy tan confundido como tú y, posiblemente, como la mayoría de trabajadores que sufrieron el descuento por planillas de ese fondo.
En la oficina que funciona en la cuadra tres de Orbegoso dicen que ellos son los verdaderos. Te inscriben con veintiséis soles debiendo reintegrar los meses que no se pagó. La otra dependencia de la cuadra seis de Independencia, frente al antiguo colegio San Juan, cobra diez soles y te enseña documentos que hacen suponer que todo está en regla. Por último, hace tres meses se dijo que la inscripción debía efectuarse en la oficina de la gobernación, situada en la cuadra cuatro de San Martín.
Basta dar a conocer el código personal obtenido en el internet y llenar una ficha. No se paga nada. De otro lado, se sabe que en otros lugares del país, el registro se efectúa en los municipios, pero en el concejo provincial local, nadie sabe nada y menos informa al respecto. Algunos especulan que quienes se registran en la gobernación quedarán eliminados de todo beneficio por disposición de las altas esferas del gobierno. No hay a quien creer. Esa es la desconcertante realidad que se vive en nuestra ciudad y a nivel nacional en torno al FONAVI.
Total desinformación y no saber a donde acudir. Da la impresión que el gobierno se aprovecha de esta incertidumbre para extender los plazos y obviar cualquier sistema de resarcir el dinero que se les descontó a los trabajadores. Las dudas del Pecoso Hidalgo y las mías, son las mismas de los miles de servidores públicos y privados que sólo piden que se les devuelva el dinero que aportaron. Y estamos en todo nuestro derecho…
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