En efecto, son sus controvertidas e inconcebibles actitudes las que contribuyen a que la ciudadanía vea al legislativo y lo señale con el dedo pulgar dirigido hacia abajo. El rechazo queda demostrado en todas las encuestas que solicitan el concepto que se tiene de los congresistas.
Por: Freddy Gálvez Delgado
No sabemos cuál fue el criterio que motivó a los parlamentarios para elegir a una cuestionada representante pronunciar el discurso de orden en la ceremonia de aniversario de la instalación del Congreso. Resulta que se escogió a quien era conocida únicamente por condecorar a una polémica conductora de televisión y justificó su acción en un documento plagado de errores ortográficos. Lo real es que, confirmando sus evidentes limitaciones, se le ocurrió manifestar que la prensa se ocupa del Congreso “porque vende imagen”.
Y completa sus desvaríos diciendo que “si no fuera por el Parlamento, muchos medios de comunicación hubiesen desaparecido”. Bueno la única imagen que percibe la prensa escrita, radio, televisión y noticieros virtuales es la que lastimosamente revela ese poder del estado. Trasmiten con objetividad e imparcialidad los escándalos y desesperados esfuerzos que ratifican las ambiciones económicas de los congresistas, no obstante las elevadas remuneraciones que reciben.
Publican el descontento que invade a los electores debido a la profunda separación que existe entre la propia población y quienes fueron elegidos para representarlos. Incluso un parlamentario afirmó que el distanciamiento manifiesto “es producto de los errores” de los congresistas, lo que es una gran verdad. Sin embargo, lo peor es que ese divorcio constituye un “grave peligro para la democracia”.
En efecto, son sus controvertidas e inconcebibles actitudes las que contribuyen a que la ciudadanía vea al legislativo y lo señale con el dedo pulgar dirigido hacia abajo. El rechazo queda demostrado en todas las encuestas que solicitan el concepto que se tiene de los congresistas. Casi nadie los apoya. Basta acudir al resultado del Instituto de Opinión Pública de la Pontificia Universidad Católica del Perú a través del más reciente rastreo realizado en la capital.
El ochenta por ciento de los entrevistados expresa su abierta desaprobación al Parlamento. No obstante, da la impresión que no escuchan, ni le temen a nadie y siguen a la deriva. Porque cada semana cometen desvergonzadas acciones que, como es lógico, son denunciadas por el periodismo. Tal como ocurrió al día siguiente del polémico discurso en que, como si se tratara de una abierta respuesta, se acusa a una legisladora arequipeña por “hurto agravado de energía eléctrica”.
Una muestra que la mala imagen germina en el mismo seno del Congreso está representada por quienes contratan empleados fantasmas, matan inocentes perros, comen pollo con facturas fraguadas, humillan a sus trabajadores y, ahora, roban luz. Es penoso que la prensa sólo destaque la careta desagradable. Fatalmente, contra todo lo que se diga, es lo más notorio de su “sacrificada labor”. ¡Esa es la negativa imagen que trasmite el Congreso…!
Por: Freddy Gálvez Delgado
No sabemos cuál fue el criterio que motivó a los parlamentarios para elegir a una cuestionada representante pronunciar el discurso de orden en la ceremonia de aniversario de la instalación del Congreso. Resulta que se escogió a quien era conocida únicamente por condecorar a una polémica conductora de televisión y justificó su acción en un documento plagado de errores ortográficos. Lo real es que, confirmando sus evidentes limitaciones, se le ocurrió manifestar que la prensa se ocupa del Congreso “porque vende imagen”.
Y completa sus desvaríos diciendo que “si no fuera por el Parlamento, muchos medios de comunicación hubiesen desaparecido”. Bueno la única imagen que percibe la prensa escrita, radio, televisión y noticieros virtuales es la que lastimosamente revela ese poder del estado. Trasmiten con objetividad e imparcialidad los escándalos y desesperados esfuerzos que ratifican las ambiciones económicas de los congresistas, no obstante las elevadas remuneraciones que reciben.
Publican el descontento que invade a los electores debido a la profunda separación que existe entre la propia población y quienes fueron elegidos para representarlos. Incluso un parlamentario afirmó que el distanciamiento manifiesto “es producto de los errores” de los congresistas, lo que es una gran verdad. Sin embargo, lo peor es que ese divorcio constituye un “grave peligro para la democracia”.
En efecto, son sus controvertidas e inconcebibles actitudes las que contribuyen a que la ciudadanía vea al legislativo y lo señale con el dedo pulgar dirigido hacia abajo. El rechazo queda demostrado en todas las encuestas que solicitan el concepto que se tiene de los congresistas. Casi nadie los apoya. Basta acudir al resultado del Instituto de Opinión Pública de la Pontificia Universidad Católica del Perú a través del más reciente rastreo realizado en la capital.
El ochenta por ciento de los entrevistados expresa su abierta desaprobación al Parlamento. No obstante, da la impresión que no escuchan, ni le temen a nadie y siguen a la deriva. Porque cada semana cometen desvergonzadas acciones que, como es lógico, son denunciadas por el periodismo. Tal como ocurrió al día siguiente del polémico discurso en que, como si se tratara de una abierta respuesta, se acusa a una legisladora arequipeña por “hurto agravado de energía eléctrica”.
Una muestra que la mala imagen germina en el mismo seno del Congreso está representada por quienes contratan empleados fantasmas, matan inocentes perros, comen pollo con facturas fraguadas, humillan a sus trabajadores y, ahora, roban luz. Es penoso que la prensa sólo destaque la careta desagradable. Fatalmente, contra todo lo que se diga, es lo más notorio de su “sacrificada labor”. ¡Esa es la negativa imagen que trasmite el Congreso…!
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