viernes, 7 de mayo de 2010

ARZOBISPO DIO UN MENSAJE POR EL DÍA DE LA MADRE

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La maternidad es una maravillosa realidad que encierra el misterio de la vida hecha a imagen y semejanza de Dios, pues en el seno de una madre se unen cuerpo y alma para la eternidad, un nuevo ser con un corazón creado para amar, con una libertad capaz de elegir y una inteligencia para dirigir los destinos de sus hijos.

Con motivo de conmemorarse este domingo 09 de mayo en “Día de la Madre”, el Arzobispo Metropolitano de Trujillo y Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, Mons. Héctor Miguel Cabrejos Vidarte, hizo llegar su mensaje de fe y esperanza a todas las madres peruanas, relevando el rol protagónico que cumplen en nuestras vidas, el prelado señalo que la vocación de heroicidad que los tiempos actuales reclaman de las madres para ser protección de los niños pequeños, fortaleza de los hijos que crecen, guía de los hijos que se alejan y bálsamo de los hijos heridos. Por considerarlo de interés público lo reproducimos en forma integra.

En este día muy especial, día de la Madre, saludo con respeto y veneración a todas las Madres del Perú.
La Iglesia, fiel a las Sagradas Escrituras, valora la riqueza de la feminidad propia de la mujer, que es dulzura, ternura, fidelidad, desprendimiento, generosidad y que halla su más profunda identidad en la maternidad.
La maternidad de la mujer en su esencia es apertura hacia Dios ya que expresa el gozo y la convicción de participar en el gran misterio de la eterna creación; del mismo modo es apertura al hombre, pues en el concebir y dar a luz al hijo, a través del don de sí misma, la mujer se realiza en plenitud.

La maternidad de cada mujer, no es solamente de “la carne y de la sangre” sino que la mujer es la primera formadora del espíritu del nuevo ser: una filigrana de corte humano y divino que nadie más que la Madre es capaz de realizar. La maternidad es una maravillosa realidad que encierra el misterio de la vida hecha a imagen y semejanza de Dios, pues en el seno de una madre se unen cuerpo y alma para una eternidad, se forma un nuevo ser con un corazón creado para amar, con una libertad capaz de elegir y una inteligencia para dirigir los destinos de la humanidad.

Al reflexionar sobre la maternidad, pienso en la vocación de heroicidad que los tiempos actuales reclaman de las madres para ser protección de los niños pequeños, fortaleza de los hijos que crecen, guía de los hijos que se alejan y bálsamo de los hijos heridos. Por ello invoco a María Santísima, modelo de todas las madres, su asistencia, su protección y bendición para cada una de ellas. Invoco, también, a los hijos para ser el consuelo y la alegría de sus padres, pues dice el Señor en la Biblia: “Honra a tu padre y a tu madre, como te lo ha mandado tu Dios para que se prolonguen tus días y seas feliz en el suelo que tu Dios te dá” (Dt 5,16),

En este día, de modo especial, acompaño la soledad de las madres olvidadas por sus hijos, de las que se encuentran privadas de su libertad; acompaño a las que soportan la cruz de la enfermedad y a todas las que sufren heridas en su dignidad humana o maternal. Pido a todos volver el rostro hacia las madres que son víctimas de injusticias o de explotación, y a las que son victimas silenciosas de la violencia familiar.

Finalmente, acogidos bajo el manto maternal de María, la Madre de Jesús y de la Iglesia, invito a todos a elevar nuestras oraciones por las madres que están a nuestro lado y que nos alegran con su presencia amorosa, como también por las que ya gozan de la misericordia de Dios en el cielo y que siguen acompañándonos con su presencia invisible pero real. Feliz Día de la Madre!


+ Hector Miguel Cabrejos Vidarte, OFM
Arzobispo Metropolitano de Trujillo
Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana

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