“Antes no sabía el manejo de cuyes, ni qué era un cuy seleccionado o mejorado. Después vino World Vision, nos
explicaron, y ahora conozco sobre la crianza de cuyes, como separar hembras,
machos y chiquitos aparte. Me falta espacio para los chiquitos, pero nos asesoran
para empezar a construir nuestras pozas”, afirma Gladis Patricio.
En Perú el dicho popular dice que no hay que hacer
negocios ni con la familia ni con los amigos, pero en ocasiones, la realidad
contradice muchas de nuestras creencias. Las redes de productores de cuyes
formadas en Alto Moche y Alto Salaverry vienen trabajando arduamente
en la crianza de estos animales, emprendimiento familiar que viene motivando la
movilización de 60 familias de niños patrocinados por World Vision Perú. La idea es generar un espíritu emprendedor y
mejorar las condiciones económicas de las familias de estos niños y niñas, en
la búsqueda de su bienestar.
Actualmente, se viene coordinando con la Posta Médica de
Alto Moche lo necesario para obtener una certificación de vivienda saludable,
lo que le daría valor agregado al producto cuy. “Antes no sabía el manejo de
cuyes, ni qué era un cuy seleccionado o mejorado.
Después vino World Vision, nos explicaron, y ahora conozco sobre la crianza de
cuyes, como separar hembras, machos y chiquitos aparte. Me falta espacio para
los chiquitos, pero ya nos va asesorar el ingeniero para empezar a construir
nuestras pozas”, afirma Gladis Patricio,
miembro de la Red Empresarial de Productores
Cuyes de Alto Moche.
A este proceso, se ha sumado la Municipalidad Distrital de Moche a través de su Gerencia de
Desarrollo Económico, pues ellos vienen trabajando también en impulsar
articulaciones empresariales, y cuentan con redes de gastronomía que agrupan hasta
cincuenta restaurantes, lo que estaría generando la primera oportunidad de articulación
comercial para este tipo de negocios familiares.
Por todo lo que se viene, es admirable el trabajo y el
esfuerzo solidario que vienen realizando estas madres para lograr un buen
producto de acuerdo a los estándares de calidad que les solicitan. Han
aprendido a distribuir su tiempo entre los quehaceres de la casa y el negocio
familiar, donde participan también los niños a la hora de alimentar a los cuyes,
que lo hacen de una manera muy divertida pero con mucha responsabilidad.
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