El Arzobispo Metropolitano de Trujillo y ex Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, Mons. Héctor Miguel Cabrejos Vidarte OFM, hizo llegar su mensaje espiritual de Fiestas Patrias a todo el pueblo liberteño; en el mismo, pidió reflexión y la unión de todos los peruanos, así como una mayor preocupación política, social y económica.
Con ocasión del 192º aniversario de nuestra independencia quiero saludar al pueblo liberteño y al pueblo peruano; al mismo tiempo reflexionar a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia sobre algunos temas que preocupan a nuestro país, con el propósito de aportar, en mi condición de ciudadano peruano y Pastor de la Arquidiócesis de Trujillo, a la consolidación de nuestro sistema democrático en un clima de paz y bienestar para todos.
- Es común preocupación la actual situación política, social y económica del país. La sensación de que “algo no anda bien”, la inseguridad ciudadana y el resquebrajamiento de la paz social aumentan en la población, especialmente en las familias más pobres, en las que el crecimiento económico no se ve reflejado.
- Lo que ha sucedido con la elección de los miembros del Tribunal Constitucional, del titular de la Defensoría del Pueblo y lo del Banco Central de Reserva por el Congreso de la República, ha afectado incuestionablemente el sentir del pueblo respecto a la actuación de sus representantes provocando frustración y malestar.
- Cuando la población elige a sus representantes, busca a través de ellos que su voz sea escuchada, lo que permite el fortalecimiento de la democracia; por ello los destinos del país deben decidirse con criterios éticos, ponderados y transparentes, dejando de lado los intereses particulares y partidarios, priorizando el Bien Común de la sociedad a través de medios moralmente lícitos (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1903).
- Como nos enseña el Concilio Vaticano II, el Bien Común encierra los derechos, valores y necesidades pertenecientes a todo hombre y va más allá de los intereses subjetivos o simplemente mayoritarios. Por ello es necesario afirmar que el orden social y su progreso deben subordinarse al bien de las personas, ya que el orden de las cosas debe someterse al orden personal, y no la persona someterse al orden social. (cf.GS 26).
- Cuando la política no está orientada al Bien Común pierde su rostro humano y la ausencia de sensibilidad para este bien, es un signo claro de decadencia de una sociedad. Al contrario, cuando el Bien Común se ejerce con miras al orden y a la justicia, alcanza el bienestar de las personas y de la comunidad.
- Una buena preocupación comunitaria es el antídoto a un individualismo desenfrenado que, como el egoísmo ilimitado de las relaciones personales, puede destruir el equilibrio, la armonía y la paz en el seno de los grupos, de los vecindarios, de las regiones y de las naciones. Por lo tanto, no perdamos de vista la necesidad de tener como objetivo el Bien Común para nuestro Perú. Que nuestros actos respeten a la persona humana y su dignidad y no sólo pregonen el éxito individualista que no conduce a nada.
- La historia nos ha demostrado que la calidad de vida de las personas está fuertemente vinculada a la salud de las instituciones del país, las que se ven legitimadas a través de la confianza de sus ciudadanos, como vínculo principal que nos otorga la seguridad de que sus gobernantes trabajan por el bienestar y el progreso de todos.
- No olvidemos que el Bien Común beneficia a todas las personas, respetando su dignidad, dinamizando el desenvolvimiento de un orden social justo, que armoniza los aspectos individuales y sociales de la vida humana; por eso, debe ser siempre el fin último de toda acción individual, social y política.
- Como nos enseñara el Papa Pío XII, debemos tener presente que un político cristiano nunca puede aumentar las tensiones sociales internas, dramatizándolas, descuidando lo positivo y dejando perder la recta visión de lo racionalmente posible.
- Hoy, más que nunca debemos promover una sociedad que enaltezca el diálogo y la justicia social, una sociedad que hable de los jóvenes, de la vida y de los problemas de la gente.
- Finalmente, invoco a un necesario reencuentro entre el pueblo y sus gobernantes, que recoja la relación inexorable que debe existir entre las decisiones de estos últimos, frente a los deseos y las necesidades de la población.
Desde nuestra fe en Cristo Resucitado “Camino, Verdad y Vida” reafirmemos la confianza en todos nosotros para hacer del Perú una Nación grande, solidaria y unida. Que el Perú en esta nueva etapa que se inicia el 28 de julio sea símbolo de paz y progreso con miras a seguir construyendo un futuro pleno de esperanza para todos los peruanos.
¡Felices Fiestas Patrias!
Trujillo, 26 de Julio del 2013
+ MIGUEL CABREJOS VIDARTE, O.F.M.
Arzobispo Metropolitano de Trujillo
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