Hace un tiempo, una autoridad municipal tuvo la idea de colocar la polémica escultura en pleno centro de la vía, marcando el ingreso a su distrito. Mientras unos celebraron la obra, otros se dedicaron a difundir comentarios adversos, al extremo de manifestar que constituía una falta de respeto a la mujer trujillana.
Por: Freddy Gálvez Delgado
Sin lugar a dudas, ninguna escultura ha sido tan maltratada, vapuleada o vilipendiada, como la sirena de la avenida Larco. La ruta que une Trujillo con el tradicional balneario de Buenos Aires. Grotesca, impúdica, voluptuosa, desproporcionada han sido algunos de los conceptos vertidos sobre la figura de la mujer perennizada por la mitología. Su figura fue motivo de numerosos adjetivos relacionados con su rostro, cabello y hasta glúteos.
Hace un tiempo, una autoridad municipal tuvo la idea de colocar la polémica escultura en pleno centro de la vía, marcando el ingreso a su distrito. Mientras unos celebraron la obra, otros se dedicaron a difundir comentarios adversos, al extremo de manifestar que constituía una falta de respeto a la mujer trujillana. Se solicitó la opinión de especialistas en arte y urbanidad y sus conclusiones fueron igualmente compartidas. A favor y en contra.
Sin embargo, la crítica más ácida fue recibida de parte los vecinos de la zona. Ellos fueron los principales detractores. Mantuvieron una seria actitud de rechazo que incluía, incluso, su retiro. Para ellos, era una especie de atentado al pudor. Para su tranquilidad, los trabajos para el retiro de la ninfa ya empezaron y pronto será retirada del lugar. Dicen que será conducida más cerca al mar. Su ambiente natural y perpetuo.
Pero, el espacio que ocupaba no quedará libre. Como si hubiese sido mancillado por la deshonra, ahora debe ser purificado. Por esa razón la pétrea base donde la sílfide colocaba sus posaderas, será ahora empleada para sostener una virgen. Los moradores de los alrededores consideran que la presencia de la divinidad permitirá bendecir la zona. Lo cierto es que la náyade desaparecerá de la transitada arteria para siempre.
Se espera que sea llevada a un estanque y la brisa marina no corroa su estructura. Es oportuno precisar, que ha aparecido una tercera opción sugiriendo que no se instale ningún monumento en medio de la cinta asfáltica, por ser motivo de distracción. Sus defensores opinan que debe instalarse un semáforo para regular el tránsito vehicular. A pesar de eso, la decisión está tomada. Irá la sagrada imagen. Retirar una e instalar otra requiere dinero. Pero, no importa. ¡Adiós sirena…!
Por: Freddy Gálvez Delgado
Sin lugar a dudas, ninguna escultura ha sido tan maltratada, vapuleada o vilipendiada, como la sirena de la avenida Larco. La ruta que une Trujillo con el tradicional balneario de Buenos Aires. Grotesca, impúdica, voluptuosa, desproporcionada han sido algunos de los conceptos vertidos sobre la figura de la mujer perennizada por la mitología. Su figura fue motivo de numerosos adjetivos relacionados con su rostro, cabello y hasta glúteos.
Hace un tiempo, una autoridad municipal tuvo la idea de colocar la polémica escultura en pleno centro de la vía, marcando el ingreso a su distrito. Mientras unos celebraron la obra, otros se dedicaron a difundir comentarios adversos, al extremo de manifestar que constituía una falta de respeto a la mujer trujillana. Se solicitó la opinión de especialistas en arte y urbanidad y sus conclusiones fueron igualmente compartidas. A favor y en contra.
Sin embargo, la crítica más ácida fue recibida de parte los vecinos de la zona. Ellos fueron los principales detractores. Mantuvieron una seria actitud de rechazo que incluía, incluso, su retiro. Para ellos, era una especie de atentado al pudor. Para su tranquilidad, los trabajos para el retiro de la ninfa ya empezaron y pronto será retirada del lugar. Dicen que será conducida más cerca al mar. Su ambiente natural y perpetuo.
Pero, el espacio que ocupaba no quedará libre. Como si hubiese sido mancillado por la deshonra, ahora debe ser purificado. Por esa razón la pétrea base donde la sílfide colocaba sus posaderas, será ahora empleada para sostener una virgen. Los moradores de los alrededores consideran que la presencia de la divinidad permitirá bendecir la zona. Lo cierto es que la náyade desaparecerá de la transitada arteria para siempre.
Se espera que sea llevada a un estanque y la brisa marina no corroa su estructura. Es oportuno precisar, que ha aparecido una tercera opción sugiriendo que no se instale ningún monumento en medio de la cinta asfáltica, por ser motivo de distracción. Sus defensores opinan que debe instalarse un semáforo para regular el tránsito vehicular. A pesar de eso, la decisión está tomada. Irá la sagrada imagen. Retirar una e instalar otra requiere dinero. Pero, no importa. ¡Adiós sirena…!
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