No esperemos que, en caso de obtener la sede de la importante competencia deportiva internacional, atletas o aficionados se expongan a ser víctimas de robos, asaltos o violaciones. El momento de espera que vivimos, debe servir para reflexionar sobre la inseguridad que existe en la misma capital, el resto de ciudades y las carreteras.
Por: Freddy Gálvez Delgado
Con el propósito de tentar ser la sede de los XVII Juegos Panamericanos del 2015, arribó al Perú la comisión evaluadora del comité organizador del importante evento. Los primeros contactos con los representantes del Instituto Peruano del Deporte, ministros y algunos congresistas, resultaron favorables. El objetivo fundamental fue dialogar, conocer los fundamentos de nuestra propuesta y trasladarse por los principales escenarios e instalaciones deportivas.
Así se les informó acerca del proyecto de remodelación del estadio nacional y las bondades de los complejos ubicados en el Callao, Chorrillos, La Molina y San Luis. La comisión visitante recorrió las obras que se realizan para mejorar la infraestructura y los comentarios fueron positivos. La impresión inicial que se llevaron fue que Lima reúne las condiciones objetivas para convertirse en la sede de las competencias panamericanas. Esas apreciaciones terminan por complacernos y dejan abierta la posibilidad de lograr la ansiada sede.
Pasamos de esta manera a compartir con Canadá, que realizó los Panamericanos en Winnipeg en 1967 y 1999 y Colombia, que también los organizó en Cali, en 1971. Ahora quedamos a la espera del resultado final que se develará en diciembre próximo en la ciudad de Acapulco, México. Esa expectante posibilidad nos compromete a prever el arribo de cientos de deportistas y muchos más espectadores procedentes de distintos países hermanos.
La misma motivación constituye el impulso para reprogramar la lucha frontal contra uno de los problemas más serios de la sociedad peruana que es la delincuencia. Tenemos que ser conscientes que se ha hecho muy poco para enfrentar al delito con la dureza que la situación exige. Está de más hacer un recuento de las múltiples formas que tienen los sujetos del mal vivir para operar, incluso estando recluidos en un penal, lo que suele parecer ridículo.
No esperemos que, en caso de obtener la sede de la importante competencia deportiva internacional, atletas o aficionados se expongan a ser víctimas de robos, asaltos o violaciones. El momento de espera que vivimos, debe servir para hacer una reflexión sobre la inseguridad que existe en la misma capital, el resto de ciudades y las carreteras. Y adoptar de inmediato, las medidas correctivas pertinentes.
De lo contrario, corremos el peligro de hacer un papelón ante los ojos del mundo. Organicemos y limpiemos nuestra casa antes de recibir a los deportistas visitantes. Así se reforzará la seguridad ciudadana y evitaremos tener que lamentarnos más tarde…
Por: Freddy Gálvez Delgado
Con el propósito de tentar ser la sede de los XVII Juegos Panamericanos del 2015, arribó al Perú la comisión evaluadora del comité organizador del importante evento. Los primeros contactos con los representantes del Instituto Peruano del Deporte, ministros y algunos congresistas, resultaron favorables. El objetivo fundamental fue dialogar, conocer los fundamentos de nuestra propuesta y trasladarse por los principales escenarios e instalaciones deportivas.
Así se les informó acerca del proyecto de remodelación del estadio nacional y las bondades de los complejos ubicados en el Callao, Chorrillos, La Molina y San Luis. La comisión visitante recorrió las obras que se realizan para mejorar la infraestructura y los comentarios fueron positivos. La impresión inicial que se llevaron fue que Lima reúne las condiciones objetivas para convertirse en la sede de las competencias panamericanas. Esas apreciaciones terminan por complacernos y dejan abierta la posibilidad de lograr la ansiada sede.
Pasamos de esta manera a compartir con Canadá, que realizó los Panamericanos en Winnipeg en 1967 y 1999 y Colombia, que también los organizó en Cali, en 1971. Ahora quedamos a la espera del resultado final que se develará en diciembre próximo en la ciudad de Acapulco, México. Esa expectante posibilidad nos compromete a prever el arribo de cientos de deportistas y muchos más espectadores procedentes de distintos países hermanos.
La misma motivación constituye el impulso para reprogramar la lucha frontal contra uno de los problemas más serios de la sociedad peruana que es la delincuencia. Tenemos que ser conscientes que se ha hecho muy poco para enfrentar al delito con la dureza que la situación exige. Está de más hacer un recuento de las múltiples formas que tienen los sujetos del mal vivir para operar, incluso estando recluidos en un penal, lo que suele parecer ridículo.
No esperemos que, en caso de obtener la sede de la importante competencia deportiva internacional, atletas o aficionados se expongan a ser víctimas de robos, asaltos o violaciones. El momento de espera que vivimos, debe servir para hacer una reflexión sobre la inseguridad que existe en la misma capital, el resto de ciudades y las carreteras. Y adoptar de inmediato, las medidas correctivas pertinentes.
De lo contrario, corremos el peligro de hacer un papelón ante los ojos del mundo. Organicemos y limpiemos nuestra casa antes de recibir a los deportistas visitantes. Así se reforzará la seguridad ciudadana y evitaremos tener que lamentarnos más tarde…
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