Asistieron a la proyección unas 300 personas. Todos reconocían las locaciones, a los personajes y disfrutaban de la historia con risas, comentarios y suspiros, mientras comían la canchita que de manera muy astuta alguien se encargó de vender. La película terminó con aplausos y ¡tres hurras por Chicama!
Por: Carolina Denegri
Nuestra sorpresa pronto se convirtió en emoción cuando vimos que se había inaugurado un mural dedicado a la película “Esta película se hizo acá” decía en la parte inferior. Llegada la noche se inició la ceremonia con dos números preparados por niños de Cascas, uno de Marinera y otro de Huaylas. Una suerte de metáfora de la mezcla entre sierra y costa que la película plantea. Luego se entregaron diplomas para todos los miembros del equipo de realización de la película tras emotivas palabras del alcalde.
Asistieron a la proyección unas 300 personas. Todos reconocían las locaciones, a los personajes y disfrutaban de la historia con risas, comentarios y suspiros, mientras comían la canchita que de manera muy astuta alguien se encargó de vender. La película terminó con aplausos y ¡tres hurras por Chicama! Muchos nos decían “eso me pasó a mi”, “es igual que lo que se vive” y hasta nos preguntaban cuándo salía la segunda parte. Nuestra segunda parada fue Contumazá, a donde el Alcalde de Santa Cruz de Toledo traería a la mayor parte de toledanos.
Inmensa fue nuestra sorpresa cuando veíamos llegar a nuestros personajes, el director, la señora de la pensión, el prefecto, el gringo, el viejo del pueblo, los niños. ¡Sala llena! Fue increíble, muy emocionante. El colegio donde filmamos la película ha sido derrumbado, así que aquella escuelita ya no existe más pero todo lo que vivimos en ese lugar está más que vivo en Chicama. Nos despedimos de algunos entre lágrimas y abrazos. Nunca olvidaremos todo lo que nos dio Cascas, Contumazá y Toledo. ¡Ellos son CHICAMA!
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