Celebraciones estuvieron encabezadas por el Arzobispo Metropolitano de Trujillo, Mons. Héctor Miguel Cabrejos Vidarte, quien estuvo acompañado del R.P Miguel Llompart y R.P. José Martínez, quien agradeció la participación de los centenares de fieles e impartió la bendición a toda la familia franciscana.El Arzobispo Metropolitano de Trujillo y Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, Mons. Héctor Miguel Cabrejos Vidarte OFM, llegó hasta el Templo Santa Clara junto a la comunidad franciscana residente en Trujillo, para celebrar un particular acontecimiento: El Octavo Centenario del Nacimiento de Órden Franciscana (aprobación del Carisma Franciscano, la Santa Regla y la conversión de San Francisco), hecho ocurrido en vísperas de la impresión de llagas de San francisco de Asís.
El prelado, Mons. Cabrejos Vidarte quien estuvo acompañado del R.P Miguel Llompart y R.P. José Martínez, agradeció la participación de los centenares de fieles e impartió la bendición a toda la familia franciscana. Durante la celebración de la Solemne Eucaristía, destacaron los cánticos entonados (al estilo de los Ángeles de la Nueva Jerusalén) por las religiosas del Convento de Santa Clara.
Finalizado el oficio religioso, mons. Cabrejos Vidarte y todos los participantes pasaron al primer patio del Monasterio de Santa Clara para disfrutar de una pequeña recepción digna de los seguidores de San Francisco, preparada por las religiosas Clarisas. Diversos grupos se formaron para revivir la vida y obra religiosa del Pobre de Asís. No obstante, algunos prefirieron llevarse un grato recuerdo fotográfico en la gruta de la Virgen de Lourdes.
La celebración, en marco al Octavo Centenario, prosiguió al día siguiente en el monasterio con la conmemoración de la impresión de las llagas al Santo de Asís. Como recordaremos, Dios compartió los dolores de su Pasión con San Francisco, donándole, físicamente sus llagas en las manos, pies y en su costado. San Francisco nació en Asís, en el año 1182; después de una juventud frívola se convirtió a Cristo, renunció a los bienes paternos y se entregó de lleno a Dios.
Abrazó la pobreza como estilo de vida evangélica, predicando a todos el amor de Dios. Dio a sus seguidores unas sabias normas, que luego fueron aprobadas por la Santa Sede. Inició también una nueva Orden de monjas y un grupo de penitentes que vivían en el mundo, así como la predicación entre los infieles. Murió el año 1226.
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