jueves, 12 de febrero de 2009

CUANDO LA TELEVISIÓN ATROPELLA…

De retorno a la televisión peruana, en los últimos años abandonó los temas políticos para dedicarse por completo al ambiente farandulero. Apoyado en la superficialidad propia del espectáculo el, ahora ya maduro, periodista ha tomado como norma de su programa ridiculizar a sus invitados, especialmente si se trata de damas.

Por: Freddy Gálvez Delgado


Al poco tiempo de insurgir el periodismo y reconocerse su notable influencia en la colectividad, quedaron establecidas sus cuatro funciones básicas. Informar, orientar, educar y recrear condensan las tareas que corresponden a los hombres de prensa con el único objetivo de satisfacer la inquietud de enterarse por la mayor parte de la sociedad.

Personas de toda edad, pertenecientes a los más diferentes estratos, diariamente y a toda hora, están a la espera del trabajo de los periodistas. Basados en su veracidad, honestidad e imparcialidad, los profesionales de la pluma se esfuerzan por presentar lo mejor de su producción para ofrecerla a sus lectores, televidentes, radioescuchas o cibernautas.

Muchos destacan en el mundo y nuestro país en sus respectivas especialidades. Por esa razón son admirados y seguidos con singular avidez. En el Perú hay periodistas que, con su dedicación, han alcanzado gran renombre y tienen un lugar especial en la historia del periodismo nacional. Hace algunos años surgió un promisor joven caracterizado por la agudeza y humor para hacer las entrevistas.

Luego viajó al extranjero y se inclinó por la literatura. Escribió varias obras que lograron especial aceptación popular. De retorno a la televisión peruana, en los últimos años abandonó los temas políticos para dedicarse por completo al ambiente farandulero. Apoyado en la superficialidad propia del espectáculo el, ahora ya maduro, periodista ha tomado como norma de su programa ridiculizar a sus invitados, especialmente si se trata de damas.

Lo cierto es que los diálogos se desarrollan en un marco de asuntos de controversia, palabras subidas de tono y falta de respeto a los entrevistados. Quienes permanecen en el set terminan por sonrojarse, sentirse incómodos y pasan malos momentos, ante la sarcástica sonrisa del entrevistador. La situación tiene como agregado la auto-revelación del conductor en el sentido de ser homosexual.

Es cierto que los programas de televisión son optativos. El televidente es quien determina lo que se desea ver o no. Sin embargo, esto no es motivo para justificar la existencia de espacios televisivos que ofenden, pierden la moderación y llegan al límite de lo permisible. La pantalla de plata tiene la virtud de ingresar a nuestros hogares y presentar el sonido y la imagen que bien pueden servir para mejores causas. Debemos recordar que siempre hay un público ansioso de conocer, aprender y entretenerse, sin necesidad de sentirse también atropellado…

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