Así eras. Y esa imagen que tuvimos de ti, permanece inalterable con nosotros. Quisimos traer a la memoria algunas ideas y palabras que pronunciaste cuando nos despedimos para vernos el día siguiente, como una forma de pensar que aún estás entre nosotros. El acuerdo, no se cumplió. Lo impidió el trabajo.
Por: Freddy Gálvez Delgado
¡Es impresionante la manera como pasa el tiempo…! Da la impresión que fue hace poco. Sin embargo, ya transcurrió un año del día que te apartaste de nuestro lado. Hasta ahora recordamos la última vez que estuvimos juntos. Cerca de ti, “Flaco”. Fue apenas unos días antes que te sintieras mal. Era mediodía. Ya se había cerrado Satélite. La moderna rotativa no cesaba de lanzar sus páginas una tras otra. Alistaba sus primicias para salir a las calles.
Luego de comprobar que todo estaba en orden, decidimos reunirnos en un lugar de cierta privacidad. Muy cerca a la plaza de armas de Trujillo. Éramos sólo cinco personas. Tú, Víctor Hugo, Gilberto, Víctor Luján y quien escribe estas líneas. El diálogo, como de costumbre, era variado. El trabajo, la actualidad política, los amigos, el periodismo y los periodistas. Tú, sentado a mi costado izquierdo, hablabas de tus fotos. También de aquella vez que casi te apresan en la sierra, porque no habían autorizado que se encendieran los flashes.
“Negro, – me decías— te conozco hace muchos años, tal como conocí a tu padre en La Industria, pero tú no creces, sigues siendo muy menudo…” (?). Es que, aunque pasaba desapercibido para quienes no te conocían muy cerca, tenías una disimulada chispa para bromear con los amigos. “Y tú, “mono”. ¿Tú que hablas…?”, le decías a otro colega, a la vez que le golpeabas la espalda sonriendo.
Así eras. Y esa imagen que tuvimos de ti, permanece inalterable con nosotros. Quisimos traer a la memoria algunas ideas y palabras que pronunciaste cuando nos despedimos para vernos el día siguiente, como una forma de pensar que aún estás entre nosotros. El acuerdo, no se cumplió. Lo impidió el trabajo. Unos días después nos enteramos que te habían internado. Meses más tarde, un e-mail, nos trajo el mensaje de tu partida.
En este primer aniversario, tus amigos queremos que sepas que estás con nosotros cada vez que volvemos a reunirnos, como ocurrirá, indudablemente, con tu familia. ¿Sabes…? Hoy quisimos recordarte como eras. Sonriente. Junto a la cámara que casi era una extensión de tu cuerpo. Con esa humildad y simpatía que muchos quisieran poseer. Nada más. Y aprovechamos para saludarte, como siempre: ¡Hola Flaco…! ¡Hola Jorge…!... ¡Hola…!
Por: Freddy Gálvez Delgado
¡Es impresionante la manera como pasa el tiempo…! Da la impresión que fue hace poco. Sin embargo, ya transcurrió un año del día que te apartaste de nuestro lado. Hasta ahora recordamos la última vez que estuvimos juntos. Cerca de ti, “Flaco”. Fue apenas unos días antes que te sintieras mal. Era mediodía. Ya se había cerrado Satélite. La moderna rotativa no cesaba de lanzar sus páginas una tras otra. Alistaba sus primicias para salir a las calles.
Luego de comprobar que todo estaba en orden, decidimos reunirnos en un lugar de cierta privacidad. Muy cerca a la plaza de armas de Trujillo. Éramos sólo cinco personas. Tú, Víctor Hugo, Gilberto, Víctor Luján y quien escribe estas líneas. El diálogo, como de costumbre, era variado. El trabajo, la actualidad política, los amigos, el periodismo y los periodistas. Tú, sentado a mi costado izquierdo, hablabas de tus fotos. También de aquella vez que casi te apresan en la sierra, porque no habían autorizado que se encendieran los flashes.
“Negro, – me decías— te conozco hace muchos años, tal como conocí a tu padre en La Industria, pero tú no creces, sigues siendo muy menudo…” (?). Es que, aunque pasaba desapercibido para quienes no te conocían muy cerca, tenías una disimulada chispa para bromear con los amigos. “Y tú, “mono”. ¿Tú que hablas…?”, le decías a otro colega, a la vez que le golpeabas la espalda sonriendo.
Así eras. Y esa imagen que tuvimos de ti, permanece inalterable con nosotros. Quisimos traer a la memoria algunas ideas y palabras que pronunciaste cuando nos despedimos para vernos el día siguiente, como una forma de pensar que aún estás entre nosotros. El acuerdo, no se cumplió. Lo impidió el trabajo. Unos días después nos enteramos que te habían internado. Meses más tarde, un e-mail, nos trajo el mensaje de tu partida.
En este primer aniversario, tus amigos queremos que sepas que estás con nosotros cada vez que volvemos a reunirnos, como ocurrirá, indudablemente, con tu familia. ¿Sabes…? Hoy quisimos recordarte como eras. Sonriente. Junto a la cámara que casi era una extensión de tu cuerpo. Con esa humildad y simpatía que muchos quisieran poseer. Nada más. Y aprovechamos para saludarte, como siempre: ¡Hola Flaco…! ¡Hola Jorge…!... ¡Hola…!
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