LA VIGENCIA DEL PENSAMIENTO CONFUCIO

Y no me refiero específicamente a una nación, sino a la gran mayoría de países donde esta armonía no se da, justamente por que el hombre no esta revestido de una estética moral que lo haga invulnerable a la corrupción, lo que muchas veces ocasiona el deterioro y posterior debacle de un gobierno y la frustración de una población.

Por: Américo Solís Medina

Cómo cobra vigencia hoy un sabio pensamiento del filosofo Confucio cuando hace miles de años sentenció que “la armonía política solamente es posible a través de la armonía moral”. Es que para Confucio no existía distinción entre la política y la ética. El nos enseñó que la armonía política solamente es posible a través del establecimiento del orden moral, lo cual se alcanza cuando el hombre crea una armonía moral para si mismo, cuando la nobleza de su carácter está por encima de todo.

Y digo que este pensamiento cobra vigencia porque muchas veces renegamos de nuestro país por la permanente inestabilidad que se vive y no precisamente por el tema económico que hoy nos preocupa y que esta afectado las grande economías del mundo como también a las que buscan emerger como la nuestra, sino por los escenarios de corrupción en los que siempre se ven envueltos la clase política tradicional que abusando de su poder que es efímero, busca su beneficio personal sin tomar en cuenta la responsabilidad y el compromiso que tienen ante el país y su familia.

Y no me refiero específicamente a una nación, sino a la gran mayoría de países donde esta armonía no se da, justamente por que el hombre no esta revestido de una estética moral que lo haga invulnerable a la corrupción, lo que muchas veces ocasiona el deterioro y posterior debacle de un gobierno y lo peor la frustración de una población que había cifrados sus esperanzas en ese proceso. Tenemos muchos ejemplos de ello, en diversas latitudes del mundo se han dado estos hechos donde los tentáculos de la corrupción han alcanzado a las personas menos imaginables.

Pero esto se dio porque se trataban de individuos que anteponían moral a sus apetitos voraces por la riqueza y la vida fácil, originando convulsiones sociales y gravísimas denuncias de las cuales muchas veces salen absueltos, porque con ellos están coludidos otros corruptos. En otros casos el epílogo es el fin prematuro de un proceso, donde incluso casi se ha institucionalizado la corrupción. No quiero dar ejemplos pero hay muchos casos registrados en Europa, América, Sudamérica, Asia, etc., de los que tomamos conocimiento porque ahora los países estamos globalizados y en segundos nos informamos de los que pasa en el otro lado del mundo.

Un ejemplo último es el caso del escándalo en torno al gobernador de Illinois, Rod Blagojevich, acusado de querer lucrarse en la adjudicación del escaño en el Senado que dejó vacante el mandatario electo Barack Obama. Confucio estaba convencido que la paz de una comunidad era imposible si el hombre individual no lograba la armonía moral en su interior y que la vida del hombre moral es una muestra del orden moral del universo”, sabio pensamiento, que debe de servir de doctrina a la humanidad cuyos cimientos se desmoronan por el accionar del propio hombre que no se respeta así, no obra de buena fe y su caridad y cortesía, solidaridad y generosidad han quedado solo en palabras.

Pero a nosotros nos corresponde revertir esta situación, a nosotros, de quien se dicen somos el futuro del mundo nos toca hacer más vigente este código de ética que nos lego el pensador Confucio. No queremos seguir siendo testigos de más de un mundo cuestionado por nosotros mismos cuando en verdad el responsable de lo que sucede en el es el propio hombre que no ha entendido el respeto como la honestidad y la responsabilidad son valores fundamentales para hacer posible las relaciones de convivencia y comunicación eficaz entre las personas ya que son condición indispensable para el surgimiento de la confianza en las comunidades sociales.

Porque la responsabilidad está en el poder que se tiene de causar un daño, o un beneficio. Es por esto que la responsabilidad tiene necesariamente que estar ligada a la ley moral. El ejercicio del poder, sin el riguroso cumplimiento del deber, constituye una ruptura de esa relación de fidelidad que es la responsabilidad.