lunes, 24 de noviembre de 2008

IGLESIA DE TRUJILLO VIBRÓ CON LA MISIÓN CONTINENTAL

A las 11 de la mañana se dio inicio al momento central de las celebraciones con la Solemne Eucaristía presidida por Monseñor Miguel Cabrejos, OFM. Al finalizar, el Arzobispo realizó la oración de apertura de la Misión Continental, coreada por todos los asistentes.

Fueron 4 horas de entusiasmo, algarabía, fe y hermandad, vivenciadas el domingo en el coliseo Gran Chimú, durante el lanzamiento oficial de la Misión Continental en la Solemnidad de Cristo Rey, en nuestra Arquidiócesis. Este gran evento para la Iglesia Católica se realizó desde las 09:00 horas, y fue presidido por Mons. Héctor Miguel Cabrejos Vidarte, OFM., Arzobispo de Trujillo y Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, quien estuvo acompañado de Mons. Oscar Cantuarias, Arzobispo emérito de Piura y Tumbes.

Antes de la ceremonia central se realizó un multitudinario concierto de música católica con intervalos breves de mensajes alusivos a la fiesta misionera. El mar humano que se apostó a las graderías del Gran Chimú vibró a cada instante con el Espíritu que removía cada corazón. El amor y la paz espiritual reinaron en todos los corazones de los sacerdotes, religiosas, religiosos, agentes pastorales, grupos parroquiales y asociaciones laicales, y principales autoridades civiles y militares, participantes.
A las 11 de la mañana se dio inicio al momento central de las celebraciones con la Solemne Eucaristía presidida por Monseñor Miguel Cabrejos, OFM. Al finalizar, el Arzobispo realizó la oración de apertura de la Misión Continental, coreada por todos los asistentes, posteriormente entregó, en medio de ovaciones, los retablos símbolo de la Misión a cada uno de los párrocos de la Arquidiócesis. "Hermanas y hermanos, al ser destinatarios de un amor que nos precede y supera, estamos llamados al compromiso de una respuesta activa, que para ser adecuada ha de ser una respuesta de amor, de servicio, de entrega”, señaló el prelado.

Seguidamente agregó: “Nos da la medida de este amor, y este amor, no tiene otra medida que el no tener medida. Es una meta que no nos permite concertarnos con lo que ya hemos realizado. No nos permite concertarnos con lo que somos, sino que nos impulsa a seguir caminando hacia esa meta que es Jesucristo, ser sus discípulos, ser sus seguidos y compartir su misión. La fiesta misionera ha empezado y todos hemos sido fortalecidos por el Espíritu Santo para concretizar esa misión que Dios nos ha señalado. ¡Vayan y hagan mis discípulos a todos los pueblos! ", finalizó el Pastor.

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