viernes, 5 de diciembre de 2008

DOS AÑOS LLORIQUEANDO

Dos años se ha pasado llorando, quejándose y echándole toda la culpa de su incapacidad para gobernar a la “gestión anterior”, así se llena la boca. “Perdón, es que no sabíamos de administración pública”, lagrimeó. ¡Qué buena gracia! ¿No es que eran capaces?

Por: Enrique Benites Delgado

Con aspaviento injustificado han celebrado la victoria sobre el partido aprista en las elecciones municipales, los del movimiento de Acuña. Hay que repetirlo, el no ganó por sí mismo. Fue una suma de errores a través de los años de quienes conducían la municipalidad. No se tenía capacidad de respuesta oportuna a los cuestionamientos que se les hacía, no se daba la importancia debida a los ataques políticos e interesados. Fueron las circunstancias políticas que lo hicieron ganar. Ganaba cualquiera que se hubiese presentado. El descontento corrió como un reguero de pólvora. Así fue.

Hay que hacer recordar que Acuña se presentó a las elecciones para la presidencia regional. Fue tachado el candidato a la vicepresidencia, de ello se aprovecharon para dejar la región y se pasaron a las municipales; pues las encuestas ya daban por descontada la derrota del APRA. Todo su capital que lo tenía reservado para gastarlo en la región le sobró para comprar conciencias con regalos. Se ha vuelto a la vieja costumbre de llevar las campañas electorales a la política del “pan y la butifarra”.

Ofreció llevar “gente Preparada”; convocar a concurso público los cargos de confianza; que él (Acuña) no cobraría sueldo ni sus regidores dieta, porque “ellos trabajan”, decía; que no convertiría a la municipalidad en un centro de trabajo para sus partidarios; darles a los ambulantes un metro cuadrado “para que trabajen en la calle ordenadamente”; a los trabajadores de los mercados, venderles los mercados; no parchar pistas, sino hacerlas todas nuevas; esto y otras cosas más ofreció para convencer a la población.

El tiempo y los tremendos desaguisados administrativos, la no convocatoria a concurso público para los cargos de funcionarios; la cobranza de su sueldo y las dietas de sus regidores; más de medio millar de partidarios de Acuña contratados en la municipalidad; los cambios continuos de funcionarios contratados a “dedo” que no brindan continuidad ni gobernabilidad; no hace ni una pista nueva programada por su gestión, menos las parchan; las pérdidas millonarias por hacer mal los expedientes técnicos o por caprichos antojadizos.

Si a esto le agregamos los enfrentamientos estériles e improductivos que parten de quien debería ser un líder positivo, el alcalde; ha quedado demostrado que todo fue una ilusión, un engaña muchachos, una falacia, una mentira más grande que la que, supuestamente, hacían los “políticos tradicionales”. Dos años se ha pasado llorando, quejándose y echándole toda la culpa de su incapacidad para gobernar a la “gestión anterior”, así se llena la boca. “Perdón, es que no sabíamos de administración pública”, lagrimeó. ¡Qué buena gracia! ¿No es que eran capaces?

La municipalidad ahora cuenta con millones de soles más que las gestiones anteriores por el canon minero y el FONCOMÚN, y no hace nada nuevo. Con gran pompa dice: “este mes boto a dos o tres funcionarios más” como gran cosa; y los ciudadanos que no están al tanto, aplauden. Ja, ja, ja. Eso significa que no tiene gente, no sabe escoger a su gente y la que pone están en nada, o simplemente es que estudiaron en la Vallejo; por eso los cambia cada cuatro o cinco meses (salvo raras excepciones). Dos años de quejas, lloriqueos y fracasos, no de victorias, señor Acuña.

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